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Mostrando entradas de mayo, 2005

Maltratados ( II)

Las mujeres no están maltratadas solamente durante la campaña electoral y preelectoral. Y no están maltratadas y pegadas solamente en esos lugares lejanos que salen en la tele. Les pegan, violan y matan mucho más de lo que nos enteramos. Y es un problema grave, pero es un problema que no van a resolver ni el PSOE, ni el PP ni ningún otro partido político con sus promesas y campañas. Lo resolverá la conciencia, lo resolverá la presencia, lo resolverá el interés por lo que está pasando a nuestro alrededor. Y por eso no hay que ver estos casos como sucesos aislados o separados de nosotros. El problema de la violencia doméstica es solo una parte del problema, lo cierto es que todo tiene que ver con los derechos humanos. El líder de la oposición en Georgia después de la caída de Eduard Shevarnadze dijo: - Nobody in this country really knows how to live without Shevardnadze (“Nadie en este país sabe realmente cómo vivir sin Shevardnadze"). Por mucho que nos la venden como una moto, como

Maltratados (I)

Hace tiempo vi una película que se llama My lover´s hands. La vi en un festival con muy poca gente en la sala y nunca antes había oído hablar de ella. Cuenta la historia de un niño de 12 años que fue secuestrado y metido en un sótano oscuro donde fue violado a lo largo de siete años. En ningún momento se ve violencia física, todo el acento se pone en el control que el violado ejerce sobre la víctima. La impotencia y el miedo paralizan todo el sistema. Al final, la víctima ya no es la víctima, sino que se cree protagonista. Inventa un mundo en el cual el acto de la violación es un acto de amor y, como no conoce nada más, cree que es lo mejor que existe. La mente del joven convertía el dolor en placer, creando un eslabón entre él y su violador. Su único contacto social era su maltratador y si pasaban días sin que lo visitara el joven se ponía triste. De repente, su “amo” pasó varios días sin ir a verle y el muchacho escapó. Lo encontraron y lo devolvieron a su padres. Pasaron varios mese

Si te he visto no me acuerdo

“Los griegos construyeron sus ciudades a la imagen del mundo. Los romanos construyeron el mundo a la imagen de la ciudad”. Lo leí en un manual de arquitectura y no sé que modelo es el mejor pero sé que en la ciudad ya no se puede vivir. Por lo menos no en una como Barcelona, que está tan llena de turistas que para ir de un sitio a otro hay que seguir unas rutas que no salen en las guías turísticas y para tomar un café hay que encontrar un bar que aún se resista a escribir el menú en inglés. El año pasado el alcalde Clos se quejaba de que había demasiados turistas y yo esperaba que este año algo cambiara. Querría proponerle que se inventara algún tipo de turismo virtual donde los turistas, por el mero hecho de desear visitar Barcelona, ingresarían dinero en una cuenta, se les agradecería y ellos se quedarían tan contentos en sus países. Pero no, la gente sigue viniendo y los vuelos baratos ya no se cuentan por números sino por toneladas de pasajeros. Y yo qué hago. Vivo en el centro, al

Horarios

Fijaos en toda esta gente que, por ejemplo, van al cine a la sesiones de primera hora de la tarde. Fijaos en toda esa gente que llena los bares a las cinco, los que están en el gimnasio a esa hora son, en su mayoría, camareros. Y la mayoría de los camareros son emigrantes. ¿Cómo? Pues muy fácil, porque ser camarero es un trabajo duro y hay muy poca gente que lo hace como ocio de su vida. Es una solución temporal hasta que sale algo mejor. Y naturalmente cuando estás en tu comunidad, en la que has pasado toda tu vida o por lo menos gran parte de ella, sólo te dedicas a la hostelería si es tu vocación porque te encanta el contacto directo con los clientes. Tal vez entonces te hagas camarero (un trabajo digno). Pero si ya eres de allí y lo tuyo no es una pasión, probablemente no aceptarás un puesto mal pagado por muchas horas en malas condiciones. Sin embargo, si eres inmigrante sí lo harás, porque no tienes demasiadas opciones de aspirar a algo mejor. Y entonces tu distribución del dí

El joven Valderrama

“Adiós, mi España querida”, la voz del joven Valderrama llamó mi atención. Estaba cantando el gran éxito que entonaba su padre hace 50 años. Ahora su hijo volvía a cantar lo duro que es salir de tu país y de tu tierra en busca de un trabajo digno, en busca de sueños. No tengo ninguna duda de que su padre lo cantó con mucho éxito. No dudo que lo cantó de maravilla y que la gente se emocionaba con aquella canción, porque cantaba la vida tal cual era, la que vivieron, la que experimentaron los españoles. No hace tanto tiempo de eso. Aunque la industria de nuestra vida moderna construye la memoria, lo cierto es que esos años no están tan lejanos. A pesar de su calidad artística, el joven Valderrama no ha logrado tener éxito con su versión. Ahora los españoles son comunitarios. Ya no emigran, ahora viajan. Los españoles ya no buscan trabajo, sino experiencia profesional. Los españoles viven los sueños de sus padres. ¿Sobre qué cantarán los hijos de los que hoy atraviesan el Estrecho en pate

Mi vecino chino (II)

Cualquier historia que cuente Li es un cuento chino. Uno de los primeros que le he oído empieza así: “España es un país en crecimiento que te permite hacer cosas”. La China de Marco Polo nos trajo la pasta y pólvora. Cuando volvió Marco Polo dijo: “No os he contado ni la mitad de lo que me ha pasado, porque no me ibais a creer”. La China de Li nos ha traído los compacts piratas y varios objetos sintéticos cuyo precio de producción es inmesurable por nuestro sistema de cálculos. La pólvora, sin ninguna duda, cambió el mundo y la pasta lo acompaño. A ver que saldrá de la piratería. - “Me siento más francés que chino”, me dijo Li, “porque toda mi educación ha sido en Francia”. Después, la educación francesa le produjo hartazgo y saturado del mundo en que decidió buscar sus raíces. Se fue a Shangai para trabajar en marketing. Debe ser que el marketing es una tradición china. Como el mismo Marco Polo, Li viajo al otro mundo, a otra dimensión, para buscar algo diferente y, decepcionado de lo

Mi vecino chino (I parte)

Y uno de ellos es Li. ¡Que bien! pensé el primer día que le conocí. Llamó a mi puerta para saludar y explicarme que era mi nuevo vecino. “Tengo un vecino chino”, dije a todo el mundo. “Por fin alguien me explicará este curioso mundo chino, pero la ilusión sólo me duró un par de días, hasta que Li me dijo que era francés. ¡Qué bien, tengo un vecino chino que se cree francés!, me consolé. Otro amigo, Louis, que es un medio francés, medio inglés, pensó que bromeaba cuando le dije que Li era francés: - “Vaya francés”, dijo este “medio francés-medio inglés” contestando a un “medio serbio-medio croata”. Pero tal vez no estaba del todo equivocado al poner en duda la “francesidad” de Li, porque al final resultó ser camboyano. ¡Vaya mundo en que vivimos! Es que hoy en día no hay nada sagrado y todos se burlan de todos, es que no hay personas puras que sean solo una cosa, que sean frutos del amor sin necesidad de consultar un diccionario. Es que las cosas ya no se hacen como Dios manda, ¿o qué?

El camino chino

“Siempre adelante” es la lema de los políticos que venden el futuro como si fuera algo que controlan ellos mismos. Pero tendrían que hablar un rato con los chinos. Es que hay tantos y nunca veo a nadie hablando con ellos, a no ser que se trate de una venta o de un restaurante. Son muy amables, pero nadie les habla excepto por interés recíproco. Me parece que ellos tampoco se esfuerzan por aprender mucho más de español que lo necesario para hacer un cálculo. Y son tantos... Si tener la mayoría absoluta significa tener todo el derecho para hacer lo que te dé la gana, ¿por qué entonces los chinos no tienen el derecho absoluto? Son listos y rápidos. La mente sigue al cuerpo y se desarrollan en la misma dirección con el mismo propósito, conseguir la armonía entre sí mismos y el mundo. Hace milenios coincidieron en el pensamiento con lo más avanzado de nuestra civilización, con los griegos y con la Panta rei. O sea, todo corre, todo cambia. Los chinos destacaron que la vida es como círculo e

"Saleroso"

“Aún la lloro” nos dijo Eleuterio, en medio de su relato, del recuerdo de sus viajes a “54 países”, sus mujeres, sus puertos, sus noches, sus bares, sus poemas, sus olores. Eleuterio nos contaba su vida y a mí me daba igual que lo que dijera fuese verdad o no. Lo que me emocionaba era la belleza de sus palabras, la expresividad, la melodía, el ritmo, la fuerza, la emoción con que se dirigía a nosotros. Para mí esto es España. Es esta necesidad de expresarse que mueve a todo el país y la belleza del idioma castellano que lo fomenta. Creo que no hay muchas lenguas que te permitan tanta libertad de expresión. Por lo menos yo la aprendí así, improvisando, jugando (eso también tiene que ver con mis primeras lecturas, cuentos para niños de 3 a 5 años). Cuado llegué todo me parecía un gran juego y así lo acepté, como un gran interactivo donde las reglas y la narración dependen de ese gran dicho: “Al mal tiempo buena cara”. Eleuterio nos contaba cosas tristes, cosas divertidas, cosas vivas, pe

El estrés del Imperio

- ¿Te gustaría visitar los EEUU? -me preguntó el otro día un cliente estadounidense en el hotel donde trabajo. - Sí, mucho. Pero me temo que debería depositar un riñón en la entrada para que me dejaran entrar -le contesté en broma, refiriéndome a los pesados trámites que uno tiene que realizar cuando solicita un visado para Estados Unidos, sobre todo si uno viene de un país “de segunda”. Mi comentario le hizo mucha gracia. Lo sé porque me dejó una buena propina. Los americanos en general dejan buena propinas y realmente son gente encantadora (y no lo digo solo como camarero). No sé nada de cómo es la vida allí, pero me parece que siempre van con prisas y sufren mucho estrés. Al menos eso es lo que experimentó en su propio pellejo mi amigo Jovan, quien antes de llegar a los Estados Unidos había vivido muchos años en Malta y llevaba una vida muy tranquila, como solo se puede llevar en una isla mediterránea muy, muy tranquila. A Jovan lo invitaron a dar una conferencia en Nueva York. Una

Cita previa

No hay que ver a los burócratas como a los otros seres humanos. De hecho, lo peor que te puede ocurrir es que mientras te estás enfrentando a una regla o una ley estúpida, la persona al otro lado de la ventanilla tuerza el gesto y te diga “Lo siento, sé que es una ley absurda, pero es la Ley y bla bla bla”. Si los “byts” de un ordenador hablaran estoy seguro que lo harían así. A mi me ha ocurrido esto muchas veces. Recuerdo ahora una de ellas al principio de todo. Estaba en el Ministerio de Interior solicitando el permiso de estancia. Después de todo el lío de tener que ir a la embajada de España en Zagreb para conseguir que me estamparan un sello más en el pasaporte para después hacer que este se multiplicasen en otros muchos una vez aquí, me di cuenta de que aún faltaba mucho por hacer. El caso es que estuve en España esperando durante cuatro horas para conseguir un número de turno. Una vez lo tuve, pasé otras dos hasta que llegó mi turno. Y, finalmente, me planté delante de una de e

Enric Marco y los falsos héroes

“¡En España no dimite ni Dios!” me dijo una amiga cuando todavía llevaba muy poco tiempo aquí. Me sorprendió descubrir que los fallos, errores, negligencias y abusos del poder no se sancionan y, más importante aún, sus protagonistas no se los autocuestionan. “Lo importante es que aguanten los primeros días y no admitir jamás que se han equivocado. Luego todo se olvida y sigue igual”, añadió. Lo he comprobado con mis propios ojos en muchos casos: desde las negligencias públicas hasta la guerra de Irak. Y siempre lo mismo: el protagonista seguía con su historia sin mostrar la más mínima intención de rectificar o pedir perdón por lo que con sus actos habían provocado. Resulta que lo que realmente importa es que uno se convenza a sí mismo de que lo que está contando es verdad. Entonces los demás lo aceptarán. Lo más importante es aguantar. Algo parecido sucedió con Enric Marco. La mentira llegó a su límite. Tras treinta años, su cuento terminó con un fin muy dramático pero ya visto (sólo h

De primera

Es muy buen chaval este Audrius, aunque sea tan catalán siendo lituano. Habla catalán con acento de Girona o algo así, de la Catalunya profunda. No come carne y utiliza mucho el plural. La primera vez que nos vimos, pensé que era un independista catalán o un maleducado, por no querer hablarme en castellano. Yo acababa de llegar y no entendía nada, apenas si hablaba un par de palabras en la intimidad, así que la conversación se acabó poco después de intercambiar un saludo de presentación "hola, hola" y nuestros nombres. El suyo sonaba como Andrés o algo así... La próxima vez que nos vimos me preguntó de dónde era, le respondí y el añadió: - "Ah, sí, jo sóc de Lituània". Al principio pensé que procedía de un pueblo de aquí, por los Pirineos. - "No, home, no. Lituània, el país". Lo que faltaba, alguien como yo, pero en catalán. Porque resulta que Audrius no sabía castellano. Y ahora recuerdo cuánto se enfadó Xavi cuando le dije que iba a tener que aprender ca

Documentos y papeles

Ahora que el Barça ha ganado la Liga recuerdo que un amigo me invitó a ver el primer partido de la temporada 2003-04. La nueva dirección intentó sobornar a los aficionados con una extraña mezcla de muestras de identidad catalana y raciones de gazpacho andaluz. Tenía que notarse el efecto Laporta. En medio de aquel rollo, se oyó por megafonía: - “Señor Romero, preséntese, por favor, en la entrada número 23 para recoger sus documentos que han sido encontrados… etc. Unos instantes después llamaron a otro señor con apellido menos ibérico: - “Señor X, preséntese en la puerta 23 para recoger algunos papeles que ha perdido”. Dijo “algunos papeles”. Y tenía razón. Los de aquí tienen documentos y nosotros tenemos papeles. En realidad todos tenemos papeles, pero los nuestros no valen. Un documento es algo con identidad propia, algo natural en lo que no tienes que pensar ni preocuparte, porque ya los tienes.. Tener papeles es otra cosa, cuesta un huevo tenerlos. Por eso creo que aquella tarde el

Ejércitos y humanitarios

Ha llegado Mule. Es un buen chaval, un bosnio de 23 años. Ni él ni yo hemos votado nunca, él porque no quiso y yo porque no pude, pero tampoco habría querido. El otro día Mule estuvo charlando con alguien que le dijo que no entendía que había ocurrido con todo el dinero que se envió a Bosnia. Según esa persona, sólo dinero que mandó España cada bosnio debería tener unos diez mil euros ahorrados en su cuenta bancaria. Mule había esperado aquel dinero en su momento. Pero no tardó en darse cuenta de que quienes se gastaron la mayor parte de aquellas cantidades fueron los burócratas, los soldados y los “humanitarios”. como les llaman allí. Yo no conozco ningún producto rentable producido por una administración o un ejército. Con los sueldos que se destinan a una sola oficina “humanitaria” y a todo el papel que gastan sí que podrían vivir unas decenas de familias bosnias. No ahorrarían diez mil euros pero sí vivirían mejor. Hablábamos sobre todo esto cuando Mule dijo: - “Pero son nuestros p

El 2 de Mayo

Juan, un amigo venezolano, es guionista y dice que solía tomar mucho café en su país y que “ahora menos”. Ya no trabaja en lo suyo. Le conocí una noche en que hablábamos de los trabajos raros que habíamos hecho cada uno de nosotros. Juan nos ganó por goleada. “Durante un tiempo estuve recogiendo salivas para una investigación sobre el cáncer”, dijo. “Iba de casa en casa esperando hasta que el cliente me escupía 10 centilitros de salivas dentro de un recipiente. Y no creas que fue fácil. Algunos tardaban bastante rato hasta escupir dicha cantidad, así que te tienes que enrollar y hablar con ellos. No te lo creerás, pero esto de escupir es un acto muy intimo”. El otro día volvimos a vernos. Mientras tomábamos el sol y unas birras discutimos sobre cuánto tiempo dujra un trozo de carne en un vaso de coca-cola. De repente, nos dijo: “Relajémonos, amigos, y disfrutemos de este día porque unos hombres valientes lucharon y derramaron su sangre hace muchos años para que lo tuviéramos”. Y así fu

Medio lleno y medio vacío

¿El vaso está medio lleno o medio vacío? Hoy iba por la calle y de repente, al girar una esquina, saltaron por el aire un par de palomas, así que me “asustaron” y dije: - ¡Mira qué bonitas son! Ayer no lo hubiera dicho. Ayer estaba crisposo , mi cuenta bancaria estaba en rojo, las facturas no paraban de llegar e incluso lo que no me esperaba vino para ser cobrado. Tenía la cara larga y la cabeza concentrada en una única cosa: problemas. Iba por las calles y no veía nada, solo mis zapatos viejos pisando el siguiente metro delante de mis narices. Mi cara sobre mi pecho. Rebajas en las tiendas... siempre lo mismo... Siempre que llegan las rebajas me quedo sin un duro. Seguramente ayer pensaba que todo era una mierda y que incluso una sonrisa era una provocación y eso si la veía teniendo en cuenta que estaba inmerso en mi nube de color mala leche. Si ayer hubiera visto a las palomas, seguramente habría dicho: - ¡Putas ratas voladoras! En lugar de eso dije: - ¡Mira qué bonitas son! Y tampoc

"Sobremesear"

Que la “Spain is different” ya no es ninguna novedad. Lo mismo confirmó un inmigrante inglés que recién llegado a la capital española se sorprendió al ver cómo son las comidas aquí: “¡Es que duran tanto!”, dijo. Ese joven trabajador extranjero, llamado David Beckham, tenía razón pero no son las comidas lo que dura tanto. A primera vista puede parecer que los españoles comen muy despacio pero eso no es cierto. No he notado que aquí le gente mastique de forma diferente a las demás culturas humanas. Se mastica y traga más o menos con la misma rapidez en toda Europa. Por lo tanto no es la comida lo que más dura. Es la despedida. Con un “Ah, por cierto se me olvidó decirte (preguntarte, pedirte, recomendarte, consultarte, etc)” se activa un nuevo proceso comunicativo que va acompañando el proceso digestivo. Mientras al norte de los Pirineos después de haber comido los comensales se dicen “adiós” unos a otros, se levantan y se van, al sur de los Pirineos un “adiós” representa la introducción

Metros cuadrados

Una tenue, pero que muy tenue, luz entra en mi piso por las mañanas. De las cinco mil horas de sol de que debe disfrutar España a mí me corresponden unos quince minutos. Vivo en Ciutat Vella, vivo a la sombra de una gran Barcelona. Y tengo dos estaciones al año: el frío y el calor. Mis únicas vistas son las de una biblioteca pública situada a unos dos metros de mi ventana. Tal vez por eso cada vez que entro en una casa nueva hago ver que me gusta el piso y salgo a disfrutar de su terraza. El otro día encontré una genial. Era el piso de Natasha, una clown brasileña que vive en un ático con muchas, muchas vistas. - ¡Qué piso más chulo!, dije. - Gracias. - Ostia, se ve todo. Mira, ¡Montjuïc, la torre Catalunya, las chimeneas del Paral·lel! Joder, ¡qué bien! Per si se ven las estrellas. Esto es tener vista. - En el trabajo también tengo unas vistas preciosas –me contó Natasha. - Y dónde trabajas?, le pregunté. - En un restaurante de la Barceloneta. Desde el fregadero veo el mar. - Eres una

El verdadero Fórum

Pronto se cumplirá el primer aniversario de la inauguración del Fòrum. Reproduzco aquí algo que escribí por aquellas fechas: Ya llevo dos años en Barcelona. La ciudad sigue tan llena como siempre y encima este año tenemos un plus, el Fòrum. Durante estos meses todo es Fòrum: Conciertos Fòrum, Diálogos Fòrum, exposiciones Fòrum. Incluso tenemos un pan llamado Fòrum. - Fòrum? Where is Fòrum?, me preguntó el otro día en la calle una pareja de color cangrejo. Por un momento tuve la tentación de dirigirles hacia el Raval, pero decidí no hacerlo y echarle una mano a ese gran parque temático que en teoría pretendía fomentar el diálogo intercultural. Les expliqué cómo llegar hasta el recinto de Diagonal Mar y me eché a correr porque llegaba tarde para ver el partido de la Eurocopa entre Portugal e Inglaterra. Al sentarme en el bar donde retransmitían el encuentro me di cuenta de que quien había acabado yendo al Fòrum era yo. Los camareros eran cubanos y chinos y los clientes tan variados como

El embarazo de Letizia

Leo en la revista de El País de hoy una carta enviada por una lectora que comentaba el reportaje "Hijos y trabajo" publicado anteriormente en este periódico. Decía: "Es vergonzoso tener que tomar la decisión salomónica de "hijos o trabajo". Y una vez la tomas y vuelves a trabajar te das cuenta de que ya no eres tan buena e indispensable como antes. Y es que tienes la criatura en casa, sabes que eso es lo importante." Justo cuando acababa de leerla me llamó una amiga para decirme que habrá más reyes. La paradoja de la vida es que la periodista ha tenido que dejar de serlo y hacerse princesa para obtener una exclusiva: el posible heredero. Por fin entre tantos reality shows vamos a poder ver algo realmente "real" en la tele. La princesa Letizia dará a luz un bebé, pero no creo que tenga que dejar el curro. ¡Qué fuerte! Pero más fuerte es lo que nos espera en los próximos meses. Todo el mundo querrá saberlo todo sobre el embarazo. El día entero pend

Recuperar el deseo*

¿Y por qué no te quedas aquí? –insistimos Audrius y yo. - ¿¡Trabajando dieciséis horas diarias en la construcción o encerrado en una cocina?! No, gracias, prefiero volver –respondió M. - Pero allí ahora la cosa está fatal –le dije, refiriéndome a Irak, su país de origen. - Sí, pero es mi país. Ese argumento era irrefutable. M. huyó del régimen de Sadam hace siete años. Le habían condenado a cinco de cárcel por bromear sobre el dictador. Llegó a España después de atravesar Turquía y repostar en Holanda. Toda su familia, su mujer y sus hijas, quedaron atrás. M. había sido piloto del ejército iraquí. En los últimos tiempos era “fregaplatos” y su expresión denotaba que se esforzaba al máximo por acostumbrase a su nuevo trabajo. Sin embargo, cada vez que alguien mencionaba el tema de los aviones sus ojos negros chispeaban. Una vez nos contó que se había presentado en una escuela de vuelo privada en Holanda para ofrecer sus servicios: “altos conocimientos a bajo precio”. Le rechazaron. “E

La vieja Europa

¡Qué mona es la vieja Europa! Aquí hay de todo. El otro día en una fiesta multicultural y multisexual surgió la siguiente conversación entre un catalán y un alemán. Roger estaba admirando la ordenada colección de productos de limpieza de su amigo Alex. - “¿Y esto qué es?”, le preguntó. - “Ahhh... Eso es para los chicles”, contestó el alemán. - “¡¿Para qué?!” - “Para quitar los chicles que se enganchan en la ropa. Ya sabes, si se te pega un chicle en la ropa le echas ese líquido y se quita en un instante”. - “Es fenomenal”, gritó el catalán excitadísimo. “Es la primera vez que veo algo parecido. Pero, a ver, explícame... ¿Tú tienes algún problema grave con los chicles? - No, ¿por qué? - Hombre, porque aquí tienes quince botes. Para mí esos quince botes representan la diferencia entre España y Alemania. Son la relación entre el tiempo y la vida. A un español medio no se le ocurriría jamás pensar en que va a necesitar un líquido para despegar chicles de la ropa. Y menos aún se compraría u

Kasandra es inocente

La primera vez que conviví con un español fue en Kovoso, donde yo trabajaba como una especie de guía de periodistas y Javier era un policía. ¿Y qué hacía un policía español en Kosovo? Pues exactamente lo mismo que yo, se ganaba la vida, y debía estar algo desesperado para trabajar allí y compartir el piso con alguien como yo. En aquel momento no podía imaginar que alguna vez yo sería un emigrante en su país, un lugar del que sólo conocía una serie de tópicos como el de las mujeres guapas, vino barato y hablar rápido. Por eso cuando aquel policía se me presentó como Javier, pero en su documento ponía Xavier, pensé que tal vez estaba de cachondeo o que era su nombre artístico. Después he conocido varios casos en los que sucede justo al revés. Recuerdo que entonces me intentó explicar toda la historia sobre Cataluña y España, pero yo pasé bastante, tenía suficiente líos estando en el lugar donde estaba. Xavier era simpático y estaba enamorado de una chica a la que tengo que agradecer mis

Justicia

No habrá justicia en la tierra hasta que no le dejen a todo el mundo estar donde le dé la gana, escribió Andrés Trapiello hace unos meses en su columna dominical. Y que bien lo expresó. Yo simplemente añadiría que a los que están en el lugar donde están por algún crimen reconocido por un tribunal no se les aplique esta cláusula. ¿Habrá justicia? No tengo ni idea, sinceramente tengo algunas dudas. Mientras el Estado sea más importante que un ser humano, lo dudo; mientras uno no tenga los mismos derechos que los demás, lo dudo. Mientras la geografía determine la esperanza de vida, lo dudo. Mientras que un ser humano no tenga todo los derechos para vivir realmente como un “ser humano” no habrá justicia y no habrá paz.

Sociedad de bandejas

- Tengo la sensación de estar siempre rodeada de inmigrantes -me dijo una amiga el otro día. - Es normal que la tengas, si para cualquier cosa que quieres hacer, desde tomar café hasta cambiar la ducha, encuentras casi siempre a un inmigrante que te facilitará el servicio -le respondí. El otro día leí en la Vanguardia un artículo que confirma mis palabras: “La población de origen extranjero tiende a concentrarse en sectores específicos como la hostelería, la construcción o el sector domestico”. Me quedé flipado. Pero no por la revelación de la “noticia” sino por la fecha en que la encuesta había sido realizada. Las encuestas en principio sirven para reflejar la más o menos acertada opinión pública sobre los fenómenos sociales que se producen en la actualidad. Esta encuesta, publicada en La Vanguardia al 29 de abril de 2005, llevaba la fecha de 2000-2001. No creo que los resultados de una encuesta más actualizada fueran diferentes, así que para qué hacer nuevos sondeos y tirar el dinero

El sello de la entrada (y III)

- Y el sello de la entrada? Me dijo la señora sentada detrás de la mesa mientras seguía entretenida con todos los sellos, documentos, copias, originales y todo ese papeleo que justificaban mis dos últimos años de vida, un camino cronológico fechado por varias instituciones. Para ella aquello representaba... su trabajo. - Esta ahí, donde pone “embajada española”, esa marca que parece un holograma. - Sí, sí esto es el visado y esto está correcto, pero lo que quiero saber es cómo entró usted en España. - En coche. - ¿Y en la Unión Europea? ¿Cómo y dónde entró en la Unión Europea? - Y eso que tiene que ver con todo esto? He entrado en autobús por Italia y nadie me preguntó nada. Me miraron el pasaporte, comprobaron que la foto se parecía a mi cara y me lo devolvieron. Sin preguntas. Tampoco nos podíamos enrollar más, porque resulta que no hablo italiano. - Pero necesita tener el sello de entrada. - ¿Por qué? - Porque sí, porque lo pone aquí -dice y sacó un libro de debajo de su mesa para i