Tengo treinta años y jamás he votado. O, mejor dicho, todavía no me ha tocado vivir en un país que me reconozca el derecho de voto. Cuando cumplí 18 años vivía la guerra civil en Croacia, y de allí me fui a ser refugiado en Serbia. Ahora que tengo la nacionalidad de los dos países, vivo aquí donde todavía me queda por tragar muchas uvas “añonuevas” hasta que pueda votar. Mañana votan mis vecinos y mi único deseo es que no ganara ningún partido. Espero que todos los votantes tengan sus representantes en los niveles ejecutivos para que los políticos ejerzan su deber discutiendo, pensando, escuchando, debatiendo y negociando. Mañana es el día de los programas electorales que, como los mosquitos, viven un solo día, el día de las elecciones, y tratan de picar el máximo número de personas que el día siguiente se olvidarán de la picadura. El 1 de noviembre los “picados” echarán sus votos en las urnas entregando el poder a los políticos pero espero que no haya ningún partido con mayoría de vot...
Diario de un emigrante balcánico en la Península Ibérica