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En el intento

Entré en los juzgados a toda prisa porque unos minutos antes me acababan de avisar de que necesitaban urgentemente un intérprete de bosnio. Allí me encontré con un chaval gitano de Bosnia cuyos amigos y familiares representan la mayor parte de mi “clientela”. A él todavía no le había traducido.
- Hola. ¿Cómo te llamas? – le dije mientras entrábamos en la sala donde iba a declarar.
- Mujo.
- ¿Qué ha sido? – le pregunté. – ¿Un hurto?
- No – me contestó. – Yo no he robado nada… lo he intentado.
- Ahhhh, vale – respondí riéndome mientras entrábamos en la sala.

Conmigo entraron “mi cliente”, el mosso d’esquadra que le había detenido y la señora que fue el sujeto del “intento”. El juez invitó primero a la señora a que explicara lo que le pasó el día X con el procesado. La señora, catalana de clase media alta, muy cívicamente, relató lo sucedido explicando que todo ocurrió en la Plaza Catalunya donde ella y sus amigas disfrutaban del programa musical de las fiestas de la Mercè cuando Mujo junto a dos otros “individuos” se le acercó por detrás e intentó sustraerle la cartera del bolso. En este momento intervinieron los mossos d’esquadra, que, según declaró el agente presente en la sala, tenían vigilados desde hace un tiempo a Mujo y a sus colegas y les detuvieron en el intento. Así que lo que me dijo Mujo era la verdad. Un intento. Eso me recuerda las palabras del Ayudante Bob, un personaje de los Simpsons en el episodio en que lo acusaban de haber intentado matar a Bart. Entonces declaró: “¡Intento! ¿Acaso se otorga el Premio Nobel para el Intento de física?”

A todo esto Mujo no tenía nada que añadir. Estaba completamente de acuerdo con todo lo que explicaron los dos testigos y humildemente aceptó la condena que le dictó el juez. Mujo tendrá que pagar 240 euros de multa.

Salimos de la sala y mientras esperábamos a que los agentes del tribunal preparasen todo el papeleo necesario para que Mujo pagase la multa se nos se acercó la señora que denunció a Mujo diciéndome en catalán:
- Escolta, li pots dir que a Sant Cugat hi ha feina i que si vol treballar solament cal que vagi a preguntar a l'ajuntament on le informaran de tot.
- Usted quiere que le diga que si quiere trabajar puede ir a Sant Cugat…
- ¿Tú tampoco eres de aquí? – me preguntó.
- No, señora, soy de Croacia, pero no le pido que me los repita por el idioma. ¿Me puede repetir, por favor, de qué se trata? –le pregunté sorprendido.
- Pues, dígale que si quiere trabajar que vaya al Ayuntamiento de Sant Cugat y que allí pregunte por el trabajo en el supermercado “Día”. Ellos se lo explicarán todo.

Se lo traduje a Mujo, a quien esta oferta le entusiasmó igual que un debate político en la tele entusiasma a un niño y me dijo: “Pregúntale a estos (los funcionarios de los juzgados) cuánto tiempo tengo para pagar la multa”, sin ni siquiera mirar a la señora que en seguida captó la indirecta y se fue.
- Tendrá 15 días para pagarlo - contestó el agente del juzgado. – Pregúntale si le va bien esto y si lo podrá pagar
- Sí, sí – contestó Mujo en castellano, antes de que yo le tradujera la frase completa.
- Pues dígale que tiene que ir con este resguardo al banco e ingresar los 240 euros en la cuenta que está aquí indicada –siguió el agente hablándome a mÍ. Mientras tanto le indicaba a Mujo dónde estaba indicado el dicho número de cuenta. Pero, antes de que yo empezara a traducir, Mujo cogió el resguardo de la mano diciendo:
- Sí, sí,…. Yo saber.
- Ahh, claro que lo sabes. Ya lo debes haber pagado unas cuantas veces antes.
- Dos,… tres – contestó Mujo.
- Eres un buen “trabajador” –le dijo el agente. Y añadió irónicamente- Solbes debe estar muy contento contigo.

Llegados a este punto decidí dar por terminado mi servicio. Explicarle a Mujo quién es Solbes y de qué iba la broma me parecía una pérdida de tiempo, así que pedí que me firmaran la hoja de servicio y me despedí de Mujo con un “Hasta pronto” sabiendo que mi “cliente” volverá a su “trabajo”.

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