Envié una postal a Lana, mi pequeña sobrina de tres años. En la nota puse que le mandaba un montón de besos y que ella los repartiese entre el abuelo, la abuela, papá, mamá, y otra abuela. Ayer me llamó mi padre para decirme que recibieron la postal pero que Lana se enfadó muchísimo. “¿¡Cómo ha podido tío Boki (así me llama) olvidarse de Slonica Mica!?”, dijo resignada después de que le leyeron la nota. Slonica Mica es su mejor amiga e inseparable compañera, que para los de vista sosa se presenta en forma de elefante peluche. Enseguida decidí intentar corregir mi insensible e incomprensible error y envié una postal a Slonica Mica. Espero que pueda perdonarme y que el cartero ya esté familiarizado con que ella temporalmente reside en casa de mis padres, porque nunca me dejó su dirección fija. De todas formas le puse nuestro apellido y ¡apa! que mis padres se aclaren con el cartero. Creía que de haber leído tres o cuatro veces El Principito tendría suficiente para mantener vivo al peque...
Diario de un emigrante balcánico en la Península Ibérica