En el principio estaba sólo Uno. Luego, Pena lo dividió en Dos, “para que no esté sólo”, dijo mientras se lavaba las manos. Cuando lo vio Envidia, les dejó a Tres “Pa’ joder”, según contó, partiéndose de risa, Cuatro a Cinco a quien Codicia acusó de ser progenitor de Seis, de cuyo nombre nadie se acordaba cuando Armonía vino a preguntar por él. Finalmente, con todo el jaleo que se había montado, Pereza ya no podía más. Llamó a Siete y preguntó “¡Oye, tú! ¿Dónde están mis Ganas?”. “No lo sé, Su Majestad” contestó humildemente Siete. “Miraré en la casa de Promesa. Hoy es la boda de su niño, del pequeño Jesús, deben estar todos allí”, dijo Siete y salió a la calle donde se encontró con Ocho borracho perdido. Éste le pasó la botella y murmuró babeando que Nueve ya no estaba: “Sin Nueve todo se terminó”, dijo Ocho desesperado. “Con él también”, le consolaba Siete. Sorteando el camino, entre Recuerdos Borrosos, abrazados se fueron por la calle Vida Iluminada, pintada de miradas que deseaban ...
Diario de un emigrante balcánico en la Península Ibérica