La semana pasada, por primera vez en mi vida, tuve una
reacción alérgica. Fue el viernes pasado que me hinché como un pez globo y parecía a Carmén de Mairena con resaca. Me fui a las urgencias donde me preguntaron
qué era lo que había comido. Entre el listado de cosas que había nombrado, la
doctora se quedó con aguacate como el posible causante de la reacción. Me pusieron
un chute de cortisona y me dijo que consultara a mi médico de cabecera.
El lunes ya parecía la misma persona que la foto en mi
carnet de identificación y me fui a ver el médico. Tras una hora de espera la
mujer me atendió. Me preguntó lo mismo que la doctora en las urgencias y me dio
la solicitud para ser atendido en un hospital especializado en alergias donde
hacer las pruebas.
La pregunté cuando sería la cita y en una sola expresión la
mujer reflejó el agónico estado del sistema sanitario catalán/español. Con una
sonrisa empática hundiéndose entre los hombros, únicamente me dijo que va a
tardar y que mientras tanto vaya tomando nota de las cosas que vaya comiendo,
por si vuelva a tener la reacción alérgica.
A noche salí a cenar con Cecilia y se me antojaba muchísimo
la comida mexicana (por algo me consideran tozudo). Miré la carta y elegí de
entrada un plato de guacamole. “A la mierda, al menos sabré si era aguacate”
dije a Cecilia pidiéndola que observara si hay alguna deformación (fuera de lo
normal) en mi cara.
¡Buena noticia, no es aguacate!
Ahora solamente queda probar un par de centenares de
alimentos que suelo consumir y el análisis será completado sin gastar ni un
solo euro de la seguridad social.
Solucionado un problema de la economía y el sistema de
bienestar nacional, inspiradísimo, inmediatamente me concentro en otro problema.
La creación de empleo.
Hace un par de días escuché un tío de la OCDE pidiendo a Rajoy
subir
más el IVA y abaratar más el despido y para los que somos ignorantes
ofreció una explicación más ilustrativa explicando que cuando el empresario
hace sus previsiones inevitablemente piensa en tiempos malos y cuanto le costara
despedir a la gente cuando esto suceda. Abaratar el despido seguramente animará
la creación de empleo, aseguró el “tío que sabe”.
Pero a mí me parecía un poco el mismo método de prueba-error
que hacía yo con el aguacate, Rajoy con la economía, Más con la voluntat de un poble,…
PD. Para sumarse a las propuestas del “tío que sabe” propongo
que los empleados despedidos pagaran al empresario por ser despedidos. Esto sin
duda estimularía la contratación.
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