Al principio de todo, Elmundo vivía feliz creando sin parar y sin mirar atrás. No tenía el apego a nada. Las causas y las consecuencias se apartaban de su camino convirtiéndose en piedras, y las emociones se deslizaban por su alma sin dejar ningún rasgo.
En aquellos tiempos existían solamente tres sonidos para expresarlo todo. El A para el aire y todo lo que vuela, el U para la tierra y todo lo que anda y el O para el agua y todo lo que nada.
Todo tenía sentido y todo se comunicaba y Elmundo no tenía la necesidad de dar el nombre a algo que ya existía.
Elmundo no sentía que tenía que entender algo para que esto existiera. Con el A, el U, y el O, tenía suficiente. Podía cantar todo lo que le rodeaba.
Hasta que un día conoció Lamente. Desde el mismo instante en que la vio, algo en su estomago se movió y el corazón empezó a batir como loco. De repente el A, el U y el O no eran suficientes para expresar lo que sentía al ver tanta belleza delante. Pronunciaba “Aaaaaaa-Oooooo-A----O---- Aaaaa” y se ponía nervioso al no poder expresar lo que quería decir. Entonces, Lamente le cogió de la mano y tranquilizó diciendo “AaaaM-Oooor”. Una simple M juntó los acantilados del abismo donde caía.
Elmundo sentía que la quería. Lamente lo sabía, y pronto empezó a enseñarle como dar nombres a las cosas. Durante nueve próximos meses Elmundo entusiasmado, empezó a dar nombre a todo lo que le rodeaba, y si se encontraba con algo que no podía ser nombrado lo destruía. Entregado a su nuevo juego, empezó a distanciarse cada día más de Lamente.
Y ella entendió que se había equivocado al otorgar un poder tan grande a Elmundo. Pero ya era demasiado tarde. Estaba embarazada de su primer hijo.
Con Elmundo entregadísimo a etiquetar todo lo que veía, Lamente se quedó sola el día del parto.
Dio luz a un niño y lo llamó Lamento.
En aquellos tiempos existían solamente tres sonidos para expresarlo todo. El A para el aire y todo lo que vuela, el U para la tierra y todo lo que anda y el O para el agua y todo lo que nada.
Todo tenía sentido y todo se comunicaba y Elmundo no tenía la necesidad de dar el nombre a algo que ya existía.
Elmundo no sentía que tenía que entender algo para que esto existiera. Con el A, el U, y el O, tenía suficiente. Podía cantar todo lo que le rodeaba.
Hasta que un día conoció Lamente. Desde el mismo instante en que la vio, algo en su estomago se movió y el corazón empezó a batir como loco. De repente el A, el U y el O no eran suficientes para expresar lo que sentía al ver tanta belleza delante. Pronunciaba “Aaaaaaa-Oooooo-A----O---- Aaaaa” y se ponía nervioso al no poder expresar lo que quería decir. Entonces, Lamente le cogió de la mano y tranquilizó diciendo “AaaaM-Oooor”. Una simple M juntó los acantilados del abismo donde caía.
Elmundo sentía que la quería. Lamente lo sabía, y pronto empezó a enseñarle como dar nombres a las cosas. Durante nueve próximos meses Elmundo entusiasmado, empezó a dar nombre a todo lo que le rodeaba, y si se encontraba con algo que no podía ser nombrado lo destruía. Entregado a su nuevo juego, empezó a distanciarse cada día más de Lamente.
Y ella entendió que se había equivocado al otorgar un poder tan grande a Elmundo. Pero ya era demasiado tarde. Estaba embarazada de su primer hijo.
Con Elmundo entregadísimo a etiquetar todo lo que veía, Lamente se quedó sola el día del parto.
Dio luz a un niño y lo llamó Lamento.
Comentarios
Estoy leyendo un libro muy interesante se llama "Zen and the art of motorcycle maintenance" de Robert Pirsig (seguro que se encuentra en castellano)
la salida que propone es la búsqueda de la calidad que, según el autor, junto al espíritu y la materia constituye el Mundo. porque sin la calidad no hubiéramos tenido ni el arte ni el deporte ni el humor ni la música,... ni tantas otras cosas que nos ayudan escapar de la mediocridad y acercarnos a la Divinidad Cósmica.
pero nada de planteamiento snob-elitista-marketingista, es la búsqueda personal y muy espiritual
ei! no se, creo que ahora me he de concentrar en temas más terrenales, aunque gracias por la recomendacion snob-estilista-marketingista. Creo que sin espiritualidad, arte, imaginación y inocencia yo estaría gris!
Te dejo una frase resultado de la tuya: El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad. - Víctor Hugo
Y chico! voy a leerte que me he ido de vacaciones y voy con retraso. Ei, está fenomenal tu blog.
Un abrazo
Diana