Hace tiempo que no hago las traducciones en los juzgados, pero sigo topándome con mis antiguas “clientas” en el metro. Yo yendo a trabajar y ellas trabajando. Son las carteristas gitanas de Bosnia. Nos saludamos discretamente casi sin dejar constancia del saludo para cualquiera persona externa a este breve intercambio de reconocimiento, y cuando vean que estoy en el anden o dejan que yo entrara esperando el próximos tren, o entran en otro vagón.
El otro día durante la pausa de comer me iba a mi casa. Cogí el metro en Diagonal hasta Plaza Catalunya. En el anden de la primera (Paseo de Grácia) parada vi un grupo de mis ex clientas, unas 5-6 chicas y un chaval. A la mayoría ya les conocía de los juzgados. A dos de ellas había traducido en más de cinco ocasiones.
Cuando el tren se había parado en la estación y se abrieron las puertas las chicas se dividieron en tres grupos. Una chica a que ya había conocido durante su declaración delante del juez y un chaval al que no había visto antes entraron en mi vagón. Seguían un grupo de tres o cuatro personas que entraban en el vagón. Yo estaba en la puerta y ellos pasaron más hacía el medio. La chica no quitaba los ojos del bolso de una mujer que tenía delante. La mujer estaba de espaldas y el vagón estaba lleno de gente. Mi ex clienta tenía las condiciones óptimas para trabajar. El chaval estaba detrás suyo tomando la guardia. Yo estaba a su lado. Cuando vi que la chica se acercaba hacía la mujer estrechando la mano hacía su bolso, la cogí por el hombro por detrás y la dije en mi lengua “¿¡Qué estás haciendo!?”
Se paró sorprendida. Sabía que no era policía y molesta por mi intervención dijo “No estoy haciendo nada. Y ¿a ti qué te importa?”
- Me importa que te vea que robas. ¿Quieres ir otra vez a la cárcel? – fue entonces que se debe haber recordado de quien era yo y empezó hablar con la voz alterada.
- ¡Yo no robo!
- No mientas. – la contesté con el mismo tono. - Te acaba de ver metiendo la mano en el bolso de esta mujer.
Empezamos a discutir y la gente alrededor nuestro se habían dado cuenta de que algo pasaba pero no entendían nada de lo que nos decíamos. Entonces el chaval que hasta entonces estuvo callado empezó a decirme.
- Eres yugoslavo. Como nosotros. Nos tenemos que cuidar entre nosotros. Esto no es cosa tuya y no te metas. Si yo hubiera visto que a ti te daban la paliza en la calle yo saltaría por ti.
- Yo no quiero que tú saltes por mí, y no quiero nada de ti. Solamente no quiero ver os robando. Sobre todo no delante de mí.
- Tú no te metas. Esto no es cosa tuya – repetía la chica las palabras de su compañero. - Esto es mi trabajo. Yo trabajo aquí.
- ¡Sí que es cosa mía! – la contesté. El tren paraba en Plaza Catalunya y me tenía que bajar. Antes de bajar la dije a la chica - Búscate otro trabajo.
Los dos ya bastante alterados por haberles fastidiado llevarse el botín me miraban con cara de mala uva y el chico me dijo
- Ten cuidado traductor. Ten cuidado.
No he tenido tiempo de contestarle, pero mientras subía por las escaleras de la salida me sentía contento.
La excusa “es mi trabajo” forma parte de la misma cadena de los caraduras que va desde los que roban carteras, hasta los que invaden países. La única diferencia es que unos lo hacen por el dinero, y otros por más dinero.
Comentarios
Petonets,
L.
A mi una vez me sucedio lo mismo. En Argentina ser punga (carterista) es parte de los viajes de los trabajadores. Y una vez vi a una delante mio haciendo lo que a ti te paso, y tambien la pare. Pero no a ella, si no a la señora que estaba medio dormida, le empece a hablar como que la conocia y la otra se dió cuenta, me empujo y bajo en la estación siguiente. Ya luego le explique a la señora porque le habia empezado a hablar, y me lo agradeció.
Me sentí muy bien pero por otro lado... es indignante, no?
Pues cuidate mucho Clark Kent... ya sabes...
;)
(Oye, ya que vas camino de un Nabokov, el que escribía correctamente en varias lenguas :*le dije te quedaría más académico, me parece, pero tranki, que en galicia decimos :lo qué?, en vez de el qué :))
el otro día viví una situación de ese tipo en el hospi, allí se cuelan, vigilan y cuando no están en la habitación, desvalijan armarios- algun@s hasta se ponen bata blanca-, el caso es q una señora se dió cuenta, y aquello de película, llamando a las puertas de entrada, la descripción etc; la pillaron, fué tan ambiciosa que siguió robando....el caso es que luego había tal ambiente de contarle a todos la odisea, que a mí me daba la risa, sólo faltaba: al ladrón, al ladrón!, como en ciertas pelis de postguerra española.
eso sí, los ladrones de guante blanco- bancos incluidos- los peores-
abrazos
siloam
un beso daniela