Me llamaron esta mañana para ir a los juzgados y hacer un servicio de inglés. Llegué allí lo más rápidamente posible (debo decir que la puntualidad es uno de los valores que más respeto) y me presenté en el juzgado de instrucción que había solicitado la traducción. “Muy bien. Espérese por favor. En seguida le llamaran”, me dijo el funcionario. “En seguida” eran una media hora de espera.
A continuación, junto con D., una señora inglesa que ha sido victima de un hurto, entramos en la sala. En su declaración explicó que el día X en el locutorio X mientras escribía un mail se dio cuenta que su bolso desapareció. Salió corriendo a la calle a buscarlo y allí se encontró con un agente de policía vestido de paisano con su bolso en la mano. Después de haber confirmado que el bolso era suyo y que no faltaba nada de su interior la llevaron en la comisaría donde tenía que declarar.
Cuando ella terminó entraron a declarar los dos presuntos autores del hurto. Dos jóvenes magrebíes. El fiscal preguntó al primero de ellos que explicara el motivo de su detención el día x en la calle x y el chaval confesó sin menor signos de tensión o remordimiento que sí, efectivamente fueron él y su compañero los que robaron el bolso de la señora y que cuando salieron en la calle les detuvieron los agentes de policía “porque ya les conocían de antes”.
Su confesión ha sido realmente sorprendente, porque en los casos parecidos casi nadie confiesa. Me gustan las sorpresas. Después de la declaración del policía que les detuvo el fiscal pidió que se les declare culpables por el hurto y se les imponga que pagaran una multa de 45 días de una cuota diaria de 10 euros. (Finalmente el juez rebajo la sentencia a 30 días de multa a cuota diaria de seis euros) Al terminar la declaración el agente del tribunal nos acompañó fuera informándonos de que tendremos que esperar “unos 15-20 minutos para la notificación de la sentencia”.
“¡Esperar más!”, soltó la victima. “Pero si ya llevo todo el día esperando. Primero me decían que no sabían que necesitaba el intérprete, a pesar de haberlo pedido en la comisaría. Y ahora,… ¡Esperar más. ¡Typical Spanish!”. Cuando se calmó un poco la invité a salir fuera y tomar un café. Conociendo el ritmo y la agilidad laboral de los funcionarios sabía que 15-20 minutos eran una broma y pensaba que estar en un bar con gente la ayudaría a distraerse.
Mientras tomábamos el café me explicó que llevaba unos meses viviendo en Barcelona y que hace poco empezó a trabajar. “España es un país extraño”, me decía.
- Todo parece relajado y fácil, pero al mismo tiempo si quieres terminar algo todo se complica. La organización es muy mala – añadió.
- Bueno… Yo llevo cuatro años aquí y llegué a la misma conclusión que tu – la contesté. – A mi me parece que detrás de todo lo que sucede aquí, existe una fuerza misteriosa que ayuda que la cosas funcionan sin que nadie sepa cómo ni por qué.
- Bien definido – me dijo D. riéndose.
Una media hora más tarde volvimos a los juzgados y, por supuesto, la notificación no estaba lista. “Esperad un ratito más, por favor. Ya casi está” nos dijo el mismo funcionario. El ratito duro “solamente” tres cuartos de hora más. Finalmente D., victima del hurto y la ineficacia administrativa, firmó la notificación y evidentemente cansada y malhumorada se marchó. Yo me quedé un rato más para coger el justificante del servicio.
Saliendo de los juzgados pensaba: si existe alguna relación entre el verbo funcionar y los funcionarios, yo no la veo.
A continuación, junto con D., una señora inglesa que ha sido victima de un hurto, entramos en la sala. En su declaración explicó que el día X en el locutorio X mientras escribía un mail se dio cuenta que su bolso desapareció. Salió corriendo a la calle a buscarlo y allí se encontró con un agente de policía vestido de paisano con su bolso en la mano. Después de haber confirmado que el bolso era suyo y que no faltaba nada de su interior la llevaron en la comisaría donde tenía que declarar.
Cuando ella terminó entraron a declarar los dos presuntos autores del hurto. Dos jóvenes magrebíes. El fiscal preguntó al primero de ellos que explicara el motivo de su detención el día x en la calle x y el chaval confesó sin menor signos de tensión o remordimiento que sí, efectivamente fueron él y su compañero los que robaron el bolso de la señora y que cuando salieron en la calle les detuvieron los agentes de policía “porque ya les conocían de antes”.
Su confesión ha sido realmente sorprendente, porque en los casos parecidos casi nadie confiesa. Me gustan las sorpresas. Después de la declaración del policía que les detuvo el fiscal pidió que se les declare culpables por el hurto y se les imponga que pagaran una multa de 45 días de una cuota diaria de 10 euros. (Finalmente el juez rebajo la sentencia a 30 días de multa a cuota diaria de seis euros) Al terminar la declaración el agente del tribunal nos acompañó fuera informándonos de que tendremos que esperar “unos 15-20 minutos para la notificación de la sentencia”.
“¡Esperar más!”, soltó la victima. “Pero si ya llevo todo el día esperando. Primero me decían que no sabían que necesitaba el intérprete, a pesar de haberlo pedido en la comisaría. Y ahora,… ¡Esperar más. ¡Typical Spanish!”. Cuando se calmó un poco la invité a salir fuera y tomar un café. Conociendo el ritmo y la agilidad laboral de los funcionarios sabía que 15-20 minutos eran una broma y pensaba que estar en un bar con gente la ayudaría a distraerse.
Mientras tomábamos el café me explicó que llevaba unos meses viviendo en Barcelona y que hace poco empezó a trabajar. “España es un país extraño”, me decía.
- Todo parece relajado y fácil, pero al mismo tiempo si quieres terminar algo todo se complica. La organización es muy mala – añadió.
- Bueno… Yo llevo cuatro años aquí y llegué a la misma conclusión que tu – la contesté. – A mi me parece que detrás de todo lo que sucede aquí, existe una fuerza misteriosa que ayuda que la cosas funcionan sin que nadie sepa cómo ni por qué.
- Bien definido – me dijo D. riéndose.
Una media hora más tarde volvimos a los juzgados y, por supuesto, la notificación no estaba lista. “Esperad un ratito más, por favor. Ya casi está” nos dijo el mismo funcionario. El ratito duro “solamente” tres cuartos de hora más. Finalmente D., victima del hurto y la ineficacia administrativa, firmó la notificación y evidentemente cansada y malhumorada se marchó. Yo me quedé un rato más para coger el justificante del servicio.
Saliendo de los juzgados pensaba: si existe alguna relación entre el verbo funcionar y los funcionarios, yo no la veo.
Comentarios
Gracias por otra genial historia de la Barcelona profunda!
Sin embargo, querría hacer una pequenya crítica. Hace más de diez anyos (lo siento, no tengo "enye" en el teclado alemán) viviendo en el extranjero: Francia, Inglaterra, Rusia, Japón, Suiza y Alemania. En este tiempo me he vuelto un poco alérgica a lo del "typical spanish", "typical french", "typical japanese", "typical typical typical". Tambien he desarrollado alergia hacia todos aquellos turistas que ponen a los espanyoles verdes y vienen siempre de vacaciones. Sorry, corregidme si me equivoco, solo intento ser constructivo y que todos seamos más tolerantes con los demás y menos typical.
Brillante blog.
Saludos.
Saludos de nuevo, espero no haber molestado demasiado... era con una buena intención!
estoy de acuerdo contigo sobre "lo típico" a mi también me ponen de los nervios todos los tipos de generalizaciones.
PD tenías razón lo correcto es escribir con "y": "typical"
un abrazo
Un abrazo,
Lía
Cómo te atreves funcionario=buen funcionamiento, jejejejeje....
No digo nada más que todo se sabe
Saludos fraternales, amigo