Me paso todo el día cambiando de un idioma a otro y a veces ni siquiera estoy conciente del idioma en el cual me expreso. Un día de la semana pasada tuve muchas traducciones seguidas, y entre ellas un juicio de unos chavales ingleses que los pillaron los Mossos d'Esquadra aquí en Barcelona con un montón de tarjetas de crédito falsificadas. Tenía que traducir las palabras del castellano al inglés y al revés. En un momento el juez preguntó algo a uno de los acusados en castellano. Esperé que el juez terminara y las traduje al acusado. O, por lo menos creía haberlo hecho.
Al acabar me di cuenta de que todos los presentes en la sala estaban bastante sorprendidos. Entonces el juez dijo: “Señor interprete, parece ser que Usted no se ha dado cuenta de que en vez de traducir mis palabras en inglés las acaba de repetir en castellano”. ¡Efectivamente!, fue así. En vez de traducirlas en ingles, con toda la naturalidad, las repetí en castellano, lo que explicaba la cara de flipe con la que se quedó el acusado. Pedí disculpas a todos los presentes y terminé la traducción concentrando me a no meter la pata de nuevo. Luego cuando salí de la sala me di cuenta de que el error que cometí fue debido a la saturación lingüística. En un día me puede tocar traducir varios juicios de castellano a serbo-croata o inglés, y para terminar el día hago tres horas de catalán.
Desde hace un mes dedico todas las tardes entre semana para mejorar mi catalán. Mis motivos por ello son: el respeto hacía el país y la cultura donde vivo, la curiosidad innata por hablar idiomas y, como en el caso del resto de mis compañeros de la clase: sacar el título del (como mínimo) nivel B para poder aspirar a algún trabajo normal. Y allí estamos los peruanos, mexicanos, venezolanos, colombianos, húngaros, brasileños, gallegos, madrileños e yo, invirtiendo nuestras horas libres a aprender el catalán, y poder entrar en la categoría de lo “normal”. No sé si será por eso que nuestro programa de estudios se titula: “Normalització Lingüística”, pero yo con el castellano también me siento normal.
Al acabar me di cuenta de que todos los presentes en la sala estaban bastante sorprendidos. Entonces el juez dijo: “Señor interprete, parece ser que Usted no se ha dado cuenta de que en vez de traducir mis palabras en inglés las acaba de repetir en castellano”. ¡Efectivamente!, fue así. En vez de traducirlas en ingles, con toda la naturalidad, las repetí en castellano, lo que explicaba la cara de flipe con la que se quedó el acusado. Pedí disculpas a todos los presentes y terminé la traducción concentrando me a no meter la pata de nuevo. Luego cuando salí de la sala me di cuenta de que el error que cometí fue debido a la saturación lingüística. En un día me puede tocar traducir varios juicios de castellano a serbo-croata o inglés, y para terminar el día hago tres horas de catalán.
Desde hace un mes dedico todas las tardes entre semana para mejorar mi catalán. Mis motivos por ello son: el respeto hacía el país y la cultura donde vivo, la curiosidad innata por hablar idiomas y, como en el caso del resto de mis compañeros de la clase: sacar el título del (como mínimo) nivel B para poder aspirar a algún trabajo normal. Y allí estamos los peruanos, mexicanos, venezolanos, colombianos, húngaros, brasileños, gallegos, madrileños e yo, invirtiendo nuestras horas libres a aprender el catalán, y poder entrar en la categoría de lo “normal”. No sé si será por eso que nuestro programa de estudios se titula: “Normalització Lingüística”, pero yo con el castellano también me siento normal.
Comentarios
Lo demás es como tú valores la cultura del país a donde has ido a vivir. Yo te aseguro que si algún día me fuera a vivir a Galicia o a Euzkadi, lo primero que haría es interesarme en aprender la lengua gallega o vasca, en cada caso, ni siquiera para que cuando tenga que hablar con una persona propia del lugar no tenga que obligarle a cambiar su lengua, no tenga que imponerle que hable en otra lengua aunque sea oficial en todo el Estado Español.
Creo que el respeto debe ser mútuo. Adoro latinoamérica y ayudo a los latinoamericanos, por ejemplo, pero me molesta ir a un comercio a comprar y que me digan, hábleme en español que no le entiendo. No sería lógico que yo fuera a Inglaterra y trabajara en un comercio y le dijera a la gente: hábleme en español o catalán porque no le entiendo. Puedes pensar que Catalunya es España. Yo puedo pensar que Catalunya es Catalunya y que, aún perteneciendo, por la fuerza o no, al estado español, tiene su propia cultura y su propia lengua que se merecen el mismo respeto que las otras lenguas y culturas del mundo entero.
Un saludo
Tal como escribí "Mis motivos por ello son: el respeto hacía el país y la cultura donde vivo, la curiosidad innata por hablar idiomas y, como en el caso del resto de mis compañeros de la clase: sacar el título del (como mínimo) nivel B para poder aspirar a algún trabajo normal."