El verano despierta la pereza y el calor atonta el personal lo que mis “clientas” habituales aprovechan con más o menos éxito. Hablo de las chicas gitanas de Bosnia a los que me toca traducir cada dos por tres en los juzgados cuando la policía (Mossos d'Esquadra, la Urbana etc.) les detiene en el intento de desplumar a algún guiri despistado por el juego y el calor de la Rambla.
El otro día me llamaron para traducir a una de ellas y en seguida me presenté en los juzgados. Unos instantes más tarde los mossos trajeron la chica esposada desde los calabozos y mientras esperábamos a entrar en el despacho del juez su abogado la explicaba lo que y cómo tiene que declarar.
Tampoco hacía falta que se lo tradujera porque, por la infinidad de veces que ha sido detenida, conocía hasta la perfección la diferencia entre un delito y una falta y el castigo que conlleva cada uno de ellos. Entonces, de repente apareció el secretario del otro tribunal llevando una carpeta y se dirigió directamente a la detenida diciendo:
- Señorita X Usted no se ha presentado el día X en el juicio para el cual ha sido citada. Por ello tiene una orden de busca y captura pendiente y debe pagar una multa de 360 euros ahora mismo si quiere salir en libertad.
Se lo traduzco a la chica y ella le contesta.
- Claro que lo pagaré, pero no llevo conmigo 360 euros. – Puso la mano en el bolsillo y, seguida por la cara de sorpresa de los mossos que la acompañaban, sacó un fajo de billetes. – Aquí tengo 120 euros el resto se los traigo en seguida, cuando salga.
- Ah, no, no señorita, Ud. no lo entiende. No podrá salir de aquí hasta que deposite la cantidad entera. – contestó el secretario.
- Pues, puedo entonces hacer una llamada a una amiga que me lo trajera.
- No, Ud. no puede hacer la llamada pero si me deje el número yo la llamaré.
- Vale – dijo la chica y en seguida empezó a dictar el número de un móvil. – El numero es 62- --- --- y mi amiga se llama S……
Cuando escuchó el nombre de la amiga el secretario dejó de escribir y con una amplia y honesta sonrisa la dijo.
- Señorita, quizá no sería la mejor idea que yo llamara a esta persona.
- ¿Por qué? – se sorprendió mi clienta.
- Pues, porque tal como Ud. esta señorita tiene la orden de búsqueda y captura así que si ella se presentara aquí no tendríamos más remedio que detenerla.
En el mismo instante la chica, yo, su abogado y los mossos nos pusimos a reír. Entre las risas la chica dictó otro número de teléfono y al comprobar que la persona al que corresponde no tenía causas pendientes el secretario lo apuntó y se marchó.
Unos minutos después, entramos en el despacho donde mi “clienta” tenía que declarar ante el juez sobre la última detención. El juez citó un nuevo día de juicio en el que ella muy probablemente no aparecerá y si aparezca tendrá que pagar una multa. Para pagar la multa tiene que tener dinero. Pero, para tener dinero, muy probablemente, tendrá que robar alguna cartera, lo que, muy probablemente, la llevará a ser mi “clienta” de nuevo.
En fin, ¿cómo se sale desde un círculo vicioso?
El otro día me llamaron para traducir a una de ellas y en seguida me presenté en los juzgados. Unos instantes más tarde los mossos trajeron la chica esposada desde los calabozos y mientras esperábamos a entrar en el despacho del juez su abogado la explicaba lo que y cómo tiene que declarar.
Tampoco hacía falta que se lo tradujera porque, por la infinidad de veces que ha sido detenida, conocía hasta la perfección la diferencia entre un delito y una falta y el castigo que conlleva cada uno de ellos. Entonces, de repente apareció el secretario del otro tribunal llevando una carpeta y se dirigió directamente a la detenida diciendo:
- Señorita X Usted no se ha presentado el día X en el juicio para el cual ha sido citada. Por ello tiene una orden de busca y captura pendiente y debe pagar una multa de 360 euros ahora mismo si quiere salir en libertad.
Se lo traduzco a la chica y ella le contesta.
- Claro que lo pagaré, pero no llevo conmigo 360 euros. – Puso la mano en el bolsillo y, seguida por la cara de sorpresa de los mossos que la acompañaban, sacó un fajo de billetes. – Aquí tengo 120 euros el resto se los traigo en seguida, cuando salga.
- Ah, no, no señorita, Ud. no lo entiende. No podrá salir de aquí hasta que deposite la cantidad entera. – contestó el secretario.
- Pues, puedo entonces hacer una llamada a una amiga que me lo trajera.
- No, Ud. no puede hacer la llamada pero si me deje el número yo la llamaré.
- Vale – dijo la chica y en seguida empezó a dictar el número de un móvil. – El numero es 62- --- --- y mi amiga se llama S……
Cuando escuchó el nombre de la amiga el secretario dejó de escribir y con una amplia y honesta sonrisa la dijo.
- Señorita, quizá no sería la mejor idea que yo llamara a esta persona.
- ¿Por qué? – se sorprendió mi clienta.
- Pues, porque tal como Ud. esta señorita tiene la orden de búsqueda y captura así que si ella se presentara aquí no tendríamos más remedio que detenerla.
En el mismo instante la chica, yo, su abogado y los mossos nos pusimos a reír. Entre las risas la chica dictó otro número de teléfono y al comprobar que la persona al que corresponde no tenía causas pendientes el secretario lo apuntó y se marchó.
Unos minutos después, entramos en el despacho donde mi “clienta” tenía que declarar ante el juez sobre la última detención. El juez citó un nuevo día de juicio en el que ella muy probablemente no aparecerá y si aparezca tendrá que pagar una multa. Para pagar la multa tiene que tener dinero. Pero, para tener dinero, muy probablemente, tendrá que robar alguna cartera, lo que, muy probablemente, la llevará a ser mi “clienta” de nuevo.
En fin, ¿cómo se sale desde un círculo vicioso?
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