Estaba tomando el desayuno en una plaza cerca de mi casa cuando escuché la siguiente conversación entre dos personas autóctonas: - ¿Qué tío, ya te vas a trabajar? -le preguntó uno al otro. - No, tío, qué va, que trabajen los “sinpapeles”. Para eso han venido –y se marchó dejando que el olor de su miserable ser se evaporase y mezclse con el calor estropeándome el desayuno. Esta mañana he tenido que traducir la toma de declaración de tres jóvenes sudsaharianos acusados de tráfico de drogas. Mientras esperaba a que subieran a uno de ellos desde los calabozos, entró en el despacho un grupo de cuatro gitanas rumanas, cada una de ellas con un niño en los brazos. Se las acusaba de incivismo y el Estado les quería quitar la custodia de los niños. Como el juez no permitía que los niños entraran en la sala mientras ellas declaraban, hubo que buscarles “niñeras” entre los que estábamos presentes. O sea, los funcionarios del juzgado, media docena de abogadas y abogados y yo. Al final, tres funcion...