Los Balcanes Occidentales no vivieron la revolución nacional cuando tocaba, sino un siglo y medio más tarde. Los países, como los seres humanos, también tienen ciclos vitales en los que tienen que enfrentarse a ciertas pruebas y retos. Cuando uno se salta un ciclo cuesta mucho más superarlas. La muestra de ello es el final de Yugoslavia y su tardía pubertad.
La Comisión Europea presentó el pasado 27 de enero una comunicación sobre el futuro de las relaciones de la UE con los Balcanes Occidentales. Tal como informa “Aquí Europa”, su objetivo es “impulsar en esta región la integración regional, el desarrollo económico, la circulación de personas, la educación, la investigación, la cooperación regional y el diálogo con la sociedad civil. Como consecuencia, se espera lograr la integración de la sociedad de los países del área en la dinámica social europea. El documento plantea medidas concretas que pretenden reforzar la política comunitaria hacia los Balcanes y ayudar a esos países a continuar con las reformas dirigidas a su futura integración en la UE. Como contribución propia, la Presidencia austriaca ha organizado, para los próximos día 10 y 11 de marzo, una reunión en Salzburgo entre los ministros de Exteriores de la UE y sus homólogos de los Balcanes occidentales.” (http://www.aquieuropa.com/portada.asp?tipo=1&tema=8)
Han pasado diez años desde el final de la guerra que separó las repúblicas que formaban Yugoslavia. En Croacia la política oficial ha expresado sus temores ante esta iniciativa de la Comisión, porque percibe en ella un nuevo intento de integración yugoslava. En cierto modo, el miedo es comprensible. Desde siempre han sido las potencias europeas las que han dibujado las fronteras de los Balcanes Occidentales. Las dos Yugoslavias históricas han tenido su origen en la sangre de las dos grandes guerras. Finalmente, fueron las guerras locales las que acabaron con ella. Cuando Alemania y el Vaticano, seguidos por el resto de la Comunidad Europea, reconocieron la soberanía de las repúblicas separatistas se agotaron todas las opciones de resolver de un modo pacífico la crisis de la Federación Yugoslava.
Si hubiera existido la voluntad de resolver el problema integrando los Balcanes Occidentales en la UE en vez de ir armando y empujando a unos contra otros, la palabra balcanización no hubiera existido.
La Comisión Europea presentó el pasado 27 de enero una comunicación sobre el futuro de las relaciones de la UE con los Balcanes Occidentales. Tal como informa “Aquí Europa”, su objetivo es “impulsar en esta región la integración regional, el desarrollo económico, la circulación de personas, la educación, la investigación, la cooperación regional y el diálogo con la sociedad civil. Como consecuencia, se espera lograr la integración de la sociedad de los países del área en la dinámica social europea. El documento plantea medidas concretas que pretenden reforzar la política comunitaria hacia los Balcanes y ayudar a esos países a continuar con las reformas dirigidas a su futura integración en la UE. Como contribución propia, la Presidencia austriaca ha organizado, para los próximos día 10 y 11 de marzo, una reunión en Salzburgo entre los ministros de Exteriores de la UE y sus homólogos de los Balcanes occidentales.” (http://www.aquieuropa.com/portada.asp?tipo=1&tema=8)
Han pasado diez años desde el final de la guerra que separó las repúblicas que formaban Yugoslavia. En Croacia la política oficial ha expresado sus temores ante esta iniciativa de la Comisión, porque percibe en ella un nuevo intento de integración yugoslava. En cierto modo, el miedo es comprensible. Desde siempre han sido las potencias europeas las que han dibujado las fronteras de los Balcanes Occidentales. Las dos Yugoslavias históricas han tenido su origen en la sangre de las dos grandes guerras. Finalmente, fueron las guerras locales las que acabaron con ella. Cuando Alemania y el Vaticano, seguidos por el resto de la Comunidad Europea, reconocieron la soberanía de las repúblicas separatistas se agotaron todas las opciones de resolver de un modo pacífico la crisis de la Federación Yugoslava.
Si hubiera existido la voluntad de resolver el problema integrando los Balcanes Occidentales en la UE en vez de ir armando y empujando a unos contra otros, la palabra balcanización no hubiera existido.
Comentarios
Un saludo.
El mundo occidental no acaba de librarse de la herencia colonial que crea una situación algo esquizofrénica donde por ejemplo un señor de Toulouse, Pittsburg o Albacete siente muy próximo un país del cual no tiene ninguna referencia social, cultural, política, etc.
Un saludo