“Start spreading the news…”, cantaba Sinatra en su homenaje a la gran Nueva York. De la misma manera empiezo este post porque creo que la noticia que leí el día 29 de diciembre en La Vanguardia se merecía más importancia de la que le dieron en la página 59 de la sección de Economía. El titular “El hotel Plaza, reconvertido en pisos de lujo, bate el récord inmobiliario de Nueva York” se adecuaba aparentemente a esta sección, pero una parte de su contenido la encontré mucho más trascendente. El artículo habla de la transformación de este emblemático hotel de lujo en un edificio de pisos particulares y solo gracias a mi inquietud mental aguanté leyendo hasta el final donde se revelaba quiénes son los protagonistas de esta transacción.
“La empresa que llevará a cabo el proyecto es la firma Elad, del israelí Yitzkzhak Tshuva, que en 2004 compró el hotel al príncipe saudí Al Waleed Bin Talal, convertidos ambos en socios de un negocio que, por ejemplo, hubiera sido inconcebible en Oriente Medio. El precio que el empresario judío pagó al miembro de la familia reinante wahabí –y una de la cinco personas más ricas del globo– fue de 572 millones de euros.”
Gracias a la hiperproducción de productos informativos, cuyo contenido fomenta intensamente la paranoia y los estereotipos, a los espectadores corrientes se nos suministran inmensas cantidades de miedo y sospechas a través de las páginas principales. Mientras tanto los que tienen el poder y los medios de poner el fin a la violencia encadenada se alojan cómodamente en las de Economía.
“La empresa que llevará a cabo el proyecto es la firma Elad, del israelí Yitzkzhak Tshuva, que en 2004 compró el hotel al príncipe saudí Al Waleed Bin Talal, convertidos ambos en socios de un negocio que, por ejemplo, hubiera sido inconcebible en Oriente Medio. El precio que el empresario judío pagó al miembro de la familia reinante wahabí –y una de la cinco personas más ricas del globo– fue de 572 millones de euros.”
Gracias a la hiperproducción de productos informativos, cuyo contenido fomenta intensamente la paranoia y los estereotipos, a los espectadores corrientes se nos suministran inmensas cantidades de miedo y sospechas a través de las páginas principales. Mientras tanto los que tienen el poder y los medios de poner el fin a la violencia encadenada se alojan cómodamente en las de Economía.
Comentarios
Dobro jutro, company. ;)
te dejo ese enlace, un documental que expone lo que ´sintetizas.
Pero ¿sabes?, me gusta informarme, saberlo, sentir cierto repelús por los ejecutivos que vienen a comer a un asador de mi calle 8negocios supongo, queí sonrisas hina, q peste, aunque huelan a colonia cara)
y después, saber que el las horas que voy vestida de blanco, no relaciono, para nada, mi trabajo, sea normal, o agotador...con el dinero que cobraré a fin de mes. Vivo, y el sol , el cariño, la risa, el tiempo libre, las personas corrientes no se compran con ese dinero.
prefiero un motel clásico antiguo, a esa suites. me sentiría ridícula.
abrazos.