Aperitivo, primer, plato, segundo y postre. Turrón, café, cortado, infusión, té, café con leche. Con mala leche. Todos corriendo para atender a mucha gente al mismo tiempo. Muchísima gente que viene a celebrar las cenas navideñas en el sitio donde trabajo. Gente pija. En los percheros colgados hay una cantidad de pieles (todo un pequeño ecosistema extuinguido) cuyo valor en el mercado alcanza los presupuestos de algunos estados pobres.
Mucho correr y mucho estrés. Y sobre todo mucho peloteo e hipocresía.
Los encargados estresados por lo que van a decir los de arriba. Los de arriba por lo que van a decir los de más arriba. Y como a los humanos nos encanta la jerarquía siempre hay alguien más arriba. Hasta el de Súper Más Arriba cuyo hijo, dicen, nació hace 2005 años y en cuyo nombre estos días servimos aperitivo, primer plato, segundo plato, postre, turrón y café.
¡Feliz Navidad! y que se acabe ya porque ¡no puedo máááás!
Mucho correr y mucho estrés. Y sobre todo mucho peloteo e hipocresía.
Los encargados estresados por lo que van a decir los de arriba. Los de arriba por lo que van a decir los de más arriba. Y como a los humanos nos encanta la jerarquía siempre hay alguien más arriba. Hasta el de Súper Más Arriba cuyo hijo, dicen, nació hace 2005 años y en cuyo nombre estos días servimos aperitivo, primer plato, segundo plato, postre, turrón y café.
¡Feliz Navidad! y que se acabe ya porque ¡no puedo máááás!
Comentarios
Es bueno felicitar las fiestas, pero en España estamos hechos unos nuevos ricos.Lo digo por las cenas y eso, q pesadez...
un abrazo
Ferni
También he conseguido librarme de amigos invisibles. Hasta el otro año recibía de un tío una participación para la lotería de Navidad. Por fin, despúes de que regalara ese billete de la suerte a un tercero delante de sus narices -ya le había explicado que no quería negocios con la fortuna- este año no tengo ni una participación para el 22 de diciembre.
Trabajaré el 26 y 31 de diciembre; y el 1, 5 y 6 de enero. Eso me ayudará a seguir nadando contra corriente.
Mañana es 21 de diciembre. No es el cumpleaños de nadie en la familia ni tenemos señal alguna en ningún almanaque; pero a mi padre le han ingresado la paga extraordinaria -me explica que lo hace el Estado cada diciembre y julio, supongo que coincidiendo con los solsticios de invierno y verano, respectivamente- y hemos decidido ir a comer, los tres, a un buen restaurante.
Una de mis debilidades, cuando era pequeño, era cantar villancicos acompañado de unas castañuelas que me regaló mi abuelo. Mi abuela se disgustó mucho con la idea de su marido porque nunca entendió que a mí lo que me gustaba era cantar y tocar, que lo única letra que me sabía era la de los villancicos y que no me importaba que fuera agosto para disfrutar de ello. Estos días canto villancicos porque los escucho por las calles y se vienen conmigo. De la misma manera que el resto del año robo canciones de los albañiles que silban o de los transistores de los coches, cuando los adelanto en bicicleta. Es cuestión de oído, no de Navidad.
¡que disfrutes mucho de las fiestas y aterrizes bien a tu nuevo destino!
un abrazo