Aún me acuerdo de la cara enfurecida de mi abuelo al pillarnos, a mí y a mi primo Sasa, tirando petardos debajo de la sotana del cura que vino a dar el sermón a la casa de mis abuelos el día de nuestro santo familiar. Mi abuelo era ortodoxo y la iglesia ortodoxa de Serbia celebra cada año “el día del santo familiar” ( o “slava”) para celebrar la fecha en que esa familia abrazó la fe cristiana.
La iglesia ortodoxa no reparte hostias, pero el abuelo sí. Horas más tarde aún me zumbaban los oídos de la que me cayó.
Mi padre sigue con la tradición del santo y cada nueve de enero, San Esteban según el calendario juliano, reúne a toda la familia en nuestro pequeño piso en Belgrado. Realmente es un día bonito y especial. Mi madre se pasa semanas preparando montañas de comida, siempre luchando con el poco espacio que hay para guardarlo. Muchas veces las bandejas de pasteles acababan guardadas en mi habitación, así que mis amigos podían adivinar que se acercaba el día de mi santo por llevar pegado el “perfume” de las exquisitas recetas de la cocina de mi madre.
La única parte de toda la fiesta que no me gusta es la de la visita del cura. No sé si es por el trauma del incidente de los petardos, por su aspecto barbudo, por ir vestido todo de negro o por mi ateismo, pero simplemente prefiero no estar en casa cuando él entra para “purificarla” con el espíritu del Señor (prefiero el olor de las recetas de mi madre). Quizá lo que más me molesta es que mi padre siempre le remunera bien por su servicio de limpieza y que a pesar de que “la contribución” es voluntaria el cura no muestra ninguna intención de marcharse antes de cobrar. Finalmente, en cuanto cobraba ponía una expresión que más tarde he detectado en mí mismo cuando trabajo de camarero y detecto que me dejan una buena propina. La única diferencia es que yo me lo curro y no pretendo ser un guía espiritual.
Mi padre es ortodoxo y mi madre católica. Por razones culturales yo fui bautizado en la iglesia ortodoxa, pero no he recibido ninguna educación religiosa y ni siquiera he leído la Biblia. Reconozco que no haberlo hecho representa un gran fallo en mi formación humanista, tanto como no haber leído el Corán y decenas de otros libros que contienen datos imprescindibles para la historia de la humanidad. A causa de esto mi educación religiosa está estrictamente vinculada a los placeres gastronómicos y a la felicidad de estar estos días con mi familia.
A pesar de todo creo que mi formación ha sido adecuada para los tiempos que corren y el mundo en el que vivo. Los conocimientos que he obtenido a través de los diferentes sistemas educativos en los que me he formado me ayudan a tener referencias y superar obstáculos depositando mis fuerzas y fe en el crecimiento personal sin necesidad de guías espirituales.
Tal vez por eso me gusta mucho el refrán “a Dios rogando y con el mazo dando”. Sin embargo, me temo que tras siglos de poder heredado “los pastores” se han hecho comodones y han olvidado la segunda parte de este dicho. Por eso, mañana saldrán a las calles para manifestarse, asustadísimos ante la posibilidad de perder los privilegios que tenían.
Al fin y al cabo, “el trabajo ha creado el hombre”, como decía Nietzsche. Y la pereza ha creado a los curas.
La iglesia ortodoxa no reparte hostias, pero el abuelo sí. Horas más tarde aún me zumbaban los oídos de la que me cayó.
Mi padre sigue con la tradición del santo y cada nueve de enero, San Esteban según el calendario juliano, reúne a toda la familia en nuestro pequeño piso en Belgrado. Realmente es un día bonito y especial. Mi madre se pasa semanas preparando montañas de comida, siempre luchando con el poco espacio que hay para guardarlo. Muchas veces las bandejas de pasteles acababan guardadas en mi habitación, así que mis amigos podían adivinar que se acercaba el día de mi santo por llevar pegado el “perfume” de las exquisitas recetas de la cocina de mi madre.
La única parte de toda la fiesta que no me gusta es la de la visita del cura. No sé si es por el trauma del incidente de los petardos, por su aspecto barbudo, por ir vestido todo de negro o por mi ateismo, pero simplemente prefiero no estar en casa cuando él entra para “purificarla” con el espíritu del Señor (prefiero el olor de las recetas de mi madre). Quizá lo que más me molesta es que mi padre siempre le remunera bien por su servicio de limpieza y que a pesar de que “la contribución” es voluntaria el cura no muestra ninguna intención de marcharse antes de cobrar. Finalmente, en cuanto cobraba ponía una expresión que más tarde he detectado en mí mismo cuando trabajo de camarero y detecto que me dejan una buena propina. La única diferencia es que yo me lo curro y no pretendo ser un guía espiritual.
Mi padre es ortodoxo y mi madre católica. Por razones culturales yo fui bautizado en la iglesia ortodoxa, pero no he recibido ninguna educación religiosa y ni siquiera he leído la Biblia. Reconozco que no haberlo hecho representa un gran fallo en mi formación humanista, tanto como no haber leído el Corán y decenas de otros libros que contienen datos imprescindibles para la historia de la humanidad. A causa de esto mi educación religiosa está estrictamente vinculada a los placeres gastronómicos y a la felicidad de estar estos días con mi familia.
A pesar de todo creo que mi formación ha sido adecuada para los tiempos que corren y el mundo en el que vivo. Los conocimientos que he obtenido a través de los diferentes sistemas educativos en los que me he formado me ayudan a tener referencias y superar obstáculos depositando mis fuerzas y fe en el crecimiento personal sin necesidad de guías espirituales.
Tal vez por eso me gusta mucho el refrán “a Dios rogando y con el mazo dando”. Sin embargo, me temo que tras siglos de poder heredado “los pastores” se han hecho comodones y han olvidado la segunda parte de este dicho. Por eso, mañana saldrán a las calles para manifestarse, asustadísimos ante la posibilidad de perder los privilegios que tenían.
Al fin y al cabo, “el trabajo ha creado el hombre”, como decía Nietzsche. Y la pereza ha creado a los curas.
Comentarios
Muchas gracias por todo lo que nos enseñas
Yo me crie en un ambiente catolico pero sin ningun tipo de educacion religiosa. Y es algo que agradezco enormemente a mis padres, gracias a eso mi mente esta abierta, acepta, respeta y comparto sin perjuicios con todas las religiones.
Un saludo!!!