- ¿A cuánto salen los melocotones?
- ¡Salen muy bien!
- Pues, ponme un kilo.
Ese breve diálogo es uno de las razones por las que sigo creyendo que este país es uno de los lugares más sanos del mundo emotivamente hablando. La conversación tuvo lugar en la frutería que tengo al lado de mi casa y en ella participaron una vecina y doña Carmen, la frutera. Hace dos años que estoy en el barrio y sigo comprando las frutas y verduras allí, aunque me saldría mucho más económico comprarlas en un supermercado.
Me saldría más económico no solamente porque los precios del supermercado son más bajos que los de la frutería de doña Carmen, sino porque en el supermercado no está ella para vendérmelas.
La cosa es que aunque salga a comprar solo unas cuantas patatas vuelvo a casa con otras cosas que no pensaba adquirir y que comprendo que no necesitaba en cuanto llego a casa.. Lo que pasa es que, con sus historietas, doña Carmen siempre logra venderme algo más. Me piropea llamándome “rey” y para cada producto tiene alguna receta “de la muerte” o algún consejo “útil”.
A veces pienso en ir al super y pasar de su historias, pero como muy pocas veces en casa y cuando lo hago suelo acordarme de alguna de las recetas que me vende. Por eso, cuando pienso en los kilos de experiencia humana que me regala sé que he hecho una “bona compra”. Muy distinta a la que se puede hacer en un supermercado, porque los que trabajan en estos establecimientos no venden, simplemente cobran.
Algunos amigos me dicen que tengo demasiada imaginación pero no puedo dejar de pensar en cómo sería escuchar a doña Carmen presentando el Estatut ante las Cortes. Porque creo que en el fondo el problema no es el Estatut, ni los catalanes ni los españoles. No lo son ni Carod ni Rajoy. El verdadero problema, como dice una amiga, es el peligro del sistema que crean las multinacionales y las diferentes sociedades anónimas que mueven muchísimo dinero.
Es un sistema sin rostro, sin palabras, sin alma. Es el sistema que no vende. Es el que cobra.
- ¡Salen muy bien!
- Pues, ponme un kilo.
Ese breve diálogo es uno de las razones por las que sigo creyendo que este país es uno de los lugares más sanos del mundo emotivamente hablando. La conversación tuvo lugar en la frutería que tengo al lado de mi casa y en ella participaron una vecina y doña Carmen, la frutera. Hace dos años que estoy en el barrio y sigo comprando las frutas y verduras allí, aunque me saldría mucho más económico comprarlas en un supermercado.
Me saldría más económico no solamente porque los precios del supermercado son más bajos que los de la frutería de doña Carmen, sino porque en el supermercado no está ella para vendérmelas.
La cosa es que aunque salga a comprar solo unas cuantas patatas vuelvo a casa con otras cosas que no pensaba adquirir y que comprendo que no necesitaba en cuanto llego a casa.. Lo que pasa es que, con sus historietas, doña Carmen siempre logra venderme algo más. Me piropea llamándome “rey” y para cada producto tiene alguna receta “de la muerte” o algún consejo “útil”.
A veces pienso en ir al super y pasar de su historias, pero como muy pocas veces en casa y cuando lo hago suelo acordarme de alguna de las recetas que me vende. Por eso, cuando pienso en los kilos de experiencia humana que me regala sé que he hecho una “bona compra”. Muy distinta a la que se puede hacer en un supermercado, porque los que trabajan en estos establecimientos no venden, simplemente cobran.
Algunos amigos me dicen que tengo demasiada imaginación pero no puedo dejar de pensar en cómo sería escuchar a doña Carmen presentando el Estatut ante las Cortes. Porque creo que en el fondo el problema no es el Estatut, ni los catalanes ni los españoles. No lo son ni Carod ni Rajoy. El verdadero problema, como dice una amiga, es el peligro del sistema que crean las multinacionales y las diferentes sociedades anónimas que mueven muchísimo dinero.
Es un sistema sin rostro, sin palabras, sin alma. Es el sistema que no vende. Es el que cobra.
Comentarios
Entré por vez primera aquí gracias a una mención de Magda en su blog: Los balcanizadores.
Creo que a partir de entonces pasaste a estar en mi lista de blogs, vía bloglines.com.
Aprovechando que hoy es festivo, he estado leyendo bastantes posts. Me han encantado la mayoría. Por ejemplo, el último de Doña Carmen.
Y te cuento todo esto, porque he escrito un post sobre este blog en mi blog:
http://www.eibar.org/blogak/iturri/169
Como verás está en euskara y he traducido algunos de tus mensajes. Espero que no te llaman del juzgado para, a su vez, tener que traducirlos tú.
Aunque mi dirección es de Eibar, soy de Irun y resido en Donostia (San Sebastián).
Un fuerte saludo y muchos ánimos. Te expresas que da gusto leerte.
P.S.: pronto comenzaré a postear en castellano. Cuando lo haga te pasaré el link.
Muchas gracias por la traducción en el euskera, la verdad es que me hizo muchísima gracia verlo.
Puede ser que me llamen para traducirlo pero, como diría Acebes, no se descartan otras posibilidades :)
No conozco bien Pais Vasco. He estado un par de días en Bilbao y me lo he pasado muy bien. Próximamente espero pasar por el resto del país. todo el mundo me cuenta maravillas y como me encanta comer sé que no me voy a decepcionar :)
Un abrazo
Seguro que te gustará el País Vasco.
Si vienes por Donostia, avísame.
Te seguiré en el blog.
Agur.