Mi primer documento de identificación fue un cartón blanco con una foto de mi cara recién salida de la guerra. El cartón se llamaba “CARNÉ de REFUGIADOS”. Me lo dieron en Belgrado para certificar que había sido registrado por el Ministerio de Refugiados de Serbia y el ACNUR. De ese modo pasé a pertenecer oficialmente a una gran comunidad internacional, la de los “sin país” o “apátridas”. A Croacia no podía volver y en Serbia no sabían qué hacer conmigo.
Diez años más tarde cambié mi cartón blanco por el DNI de Serbia. También obtuve los papeles de Croacia, no me los pudieron denegar porque nací allí. O sea, que tengo dos nacionalidades. El absurdo es que no vivo en ninguno de esos dos países. Pensaba cambiar mis dos por una tercera que me hiciera la vida más fácil, pero se ve que de momento no existe esta opción.
Llevo más de una década coleccionando documentos esperando que algún día me den un único “papel” en el que deberá poner “CARNÉ DE IDENTIFICACIÓN de BORIS”. Ese documento reconocerá mi carne y hueso como entidad independiente al margen de todos los países y nacionalidades.
Comentarios
hoy leyendo un reportaje de Bru Rovira me he acordado de este post y de algunas de las cosas que sueles contar. El periodista de La Vanguardia explica hoy la historia de dos exiliados españoles que viven en un pueblicito de Tarragona, cuidados por una mujer de 31 años nacida en Rumanía. El matrimonio se conoció en Francia:
"- ¿Cómo se conocieron, usted y su esposa? - pregunto (Bru Rovira).
- Ella nació en España, pero vivía en Francia desde que era una niña. La conocí durante un baile en una verbena de pueblo. Nos casamos por lo civil, en agosto de 1947. Desde entonces nunca nos hemos separado.
Gracias a la familia de su esposa, M. pudo abrir un colmado en un pueblo de los Alpes franceses y más tarde una lavandería. Pero siempre lo hizo utilizando los papeles de su cuñado. Tardaría 11 años en tener papeles franceses.
- Lo mismo que ahora les pasa a éstos - dice-. Cuando por fin me dieron los papeles pasé de llamarme l´espagnol a ser monsieur M.
En los años 60 quiso regresar al pueblo, después de que la familia recuperara las casas embargadas. Ha envejecido junto a su esposa paseando por los campos de olivos, los algarrobos y las viñas. Y ha recuperado la memoria del tiempo que se paró un día de 1936 en sus citas semanales con el que fue su maestro en la escuela pública republicana".
Por cierto, que en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) hay estos días una exposición dedicada a escritores catalanes en el exilio muy recomendable. Explica todo lo que sufrieron para conseguir papeles y para tener fuerzas para escribir los suyos propios.
Un beso,
/Magda
No debemos olvidar que los pueblos que olvidan su historia estan condenados a repetirla.
"Españolito que vienes al mundo, te ampare Dios. Pues una de las dos Españas ha de helarte el corazon."
Un saludo.