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Milos

La siguiente historia la escribí para CaféDiverso (www.cafediverso.com). Con la intención de proteger la privacidad de los protagonistas, sus nombres han sido cambiados.

Milos

—¡Me llamo Milos(1) y no me voy de aquí! Esta es mi casa. Esta es mi familia. —dijo el chaval con los ojos llenos de lagrimas.

Él y su hermana, Andrea, nacieron el mismo día y si hubieran podido recordarlo hubiera sido su único recuerdo común, su única imagen juntos. Su madre no les quiso tener y decidió que seria mejor que el servicio social se hiciera cargo de sus vidas. Ella no podía hacerlo y los dejó en manos de una institución social de Zadar(2). Unos meses más tarde los hermanos fueron separados.

Haciendo equilibrios entre el sentido y el destino, la vida deja muy poco espacio para que uno escoja su camino. Para Milos y su hermana el camino lo dibujó la guerra que empezó poco después de su nacimiento.

Él formó parte de un programa social que lo dejó bajo la custodia de una familia serbia que vivía en un pequeño pueblo, muy cerca del centro en el que estaban ubicados. El “número” de Andrea no constaba en el programa, así que tuvo que quedarse a la espera de que apareciese alguien que la adoptase. Estaba previsto que el niño se quedara sólo unos meses allí, pero la guerra los convirtió en años y el frente dividió a los hermanos en dos bandos.

La familia serbia nunca hizo los trámites para adoptarle oficialmente. Mientras tanto, una familia italiana cumplió todo el proceso y les adoptó a los dos. En seguida se llevaron a la pequeña consigo a Italia, mientras el niño ya vivía detrás de la línea que separaba los dos bandos enfrentados.

En el papel su nombre era Vinko, era croata y católico de nacimiento, vivía en Italia junto a su hermana y sus padres adoptivos, hablaba italiano, iba a un buen colegio y crecía jugando en paz. En la realidad vivía en plena guerra civil en Dalmacia(3), en un pueblo serbio, oyendo las explosiones del frente cercano, rodeado de incertidumbre y mucho, mucho amor.

Sus padres italianos nunca perdieron la esperanza de que un día fuera vivir con ellos y su hermana. Mientras, sus padres serbios vivían con la esperanza de que la guerra se acabase y todos pudieran volver a la vida normal. Ya eran mayores y tenían cinco hijos. Nunca fueron cuatro más uno. Vinko siempre fue uno más, creciendo como los demás.
Cuatro años más tarde, la guerra, que empezó como consecuencia de la incapacidad de respetar las pocas diferencias surgidas principalmente de las diferencias religiosas(4), se acabó con la expulsión de casi todo el pueblo serbio de Croacia.

En exilio, el padre adoptivo de Vinko murió en un campo de refugiados en Serbia. La madre y sus hermanos empezaron su nueva vida de refugiados. Mientras tanto, la familia italiana, a través de la Cruz Roja, logró localizarles en un pueblo de la Serbia central.

Por primera vez Vinko pudo hablar con su hermana. Aunque tenían mucho que decirse, no hablaron mucho. Él no hablaba italiano y ella no hablaba serbio.

La intención de los padres de su hermana era que Vinko fuera vivir con ellos. Tenían todos los documentos preparados: sellos, firmas, notas, cartas, permisos, resoluciones judiciales… a Vinko no le decían nada. No los entendía.

No entendía a su hermana. No entendía a sus padres. Él no era lo que estaba escrito allí. Él no era una carpeta llena de sellos. Sus sellos los llevaba bien dentro, con los recuerdos del pueblo donde creció con sus hermanos, con sus padres, con sus costumbres.

—¡Me llamo Milos y no me voy de aquí! Esta es mi casa. Esta es mi familia. —dijo con los ojos llenos de lagrimas y salió corriendo para esconderse lejos de los desconocidos.
No volvió hasta que se fueron y se llevaron consigo la carpeta de Vinko.


1) Típico nombre serbio.
2) Ciudad costera croata.
3) Zona de la costa Adriática de la República de Croacia
4) Los croatas son de confesión católica y los serbios de confesión ortodoxa.

Comentarios

Asturcon ha dicho que…
Hay algo mucho mas alla de papeles, sellos oficiales, banderas, nacionalidades, religiones. Y son los sentimientos humanos. Lamentablemente en este mundo importa mas la burocracia, el sello oficial, el papel que los sentimientos de un ser humano.

Quien no ha amado sin razon o querido sin condicion??? Pero al final siempre la sociedad acaba juzgando por un papel, un sello, una religion o una denominacion etnica para decidir si tienes o no derecho a tus sentimientos.

Tal vez algun dia cambiemos.

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