Franjo Tudjman, el ex presidente de Croacia, no veía con buenos ojos a los intelectuales y las gentes de letras porque, como dijo una vez, “son propensos a dudar”. Le daba rabia pensar en todos aquellos que se atrevían a cuestionar los métodos utilizados por él y su gobierno-partido a la hora de crear el estado nacional croata. Los derechos humanos y las libertades ciudadanas no formaban parte de su programa nacional y le sorprendía que algunos se atrevieran a poner en duda su liderazgo moral.
Pero lo cierto es que a nadie le sorprendió que un antiguo general del Ejército de la “odiada” Yugoslavia comunista, ex presidente además de uno de los más importantes equipos de fútbol serbio, se convirtiera de la noche a la mañana en el líder nacionalista croata. Del mismo modo en que nadie se sorprendió de que, con su título de demócrata, se deshiciera de la mayor parte de los ciudadanos de Croacia de etnia serbia. En aquel momento, los únicos que levantaron su voz en contra de estos métodos fueron la gente de letras.
A Franjo Tudjman le irritaba profundamente que alguien pudiera cuestionar el proceso que estaba liderando. Pero este “profesional” no era más que uno de los muchos que a lo largo de la historia se han visto molestos por la gente sabia que ha entendido que estaban obligados moralmente a criticar a sus dirigentes con el fin de mejorar su entorno.
En nuestros tiempos se pretende hacer creer que el progreso es lo más sagrado de la modernidad. En este “proceso” se espera que los individuos sirvan como tornillos en un puesto estrictamente predeterminado dentro del proceso global. Dentro de este engranaje, la libertad es un valor añadido del que sólo disfrutan realmente los que tienen suficientes conocimientos y poder para ejercerla. Estos son los profesionales.
La nueva reforma de la educación española propone tener menos gente de letras y potenciar la formación de los profesionales. De un profesional se espera que haga su trabajo y calle. De un profesional no se espera que dude.
Curiosamente la palabra “liber” esta en la raíz de la “libertad”. Y esta allí porque sin libros se perderían el conocimiento y la capacidad para elegir. O serían un privilegio reservado sólo para unos pocos.
Los profesionales se encargan de su trabajo y unos pocos escogidos guían el proceso.
¿Quién se encargará de la belleza, del arte, de las letras, de la memoria, de la humanidad?
Sin libros no seremos libres. Seremos despalabrados. Inexpresados. Callados.
Comentarios
Es lo que tu dices, se espera que se trabaje y no se habra la boca. No interesa que se piense, se dude, se critique...