Conocí a Sonia justo en las fechas en que ocurrió la catástrofe del Prestige. Era la primera gallega que conocía y hablamos bastante sobre aquel desastre y la polémica que levantó la negligencia del gobierno de Aznar. Recuerdo que le pregunté qué iba a pasar con Galicia y sin pensarlo mucho me contestó:
- No va a pasar nada.
- ¿Y la gente? ¿Qué van a hacer? -insistía yo refiriéndome a que la mayoría de la gente vivía del mar, que en estas fechas (utilizando el vocabulario electoral “Fraga”) estaba hecho “mierda”.
- ¿¡La gente!?... –me contestó Sonia- Como siempre... Vamos a emigrar. Cuando las cosas se ponen feas lo que hacen los gallegos es emigrar. Lo que pasa es que no sé a dónde vamos a irnos esta vez. Pero ya se verá.
Por algo me explicaron que la palabra típica entre los gallegos es “depende”. Escuchando a Sonia noté cierta filosofía oriental en su actitud como diciendo que todo tiene sus fines y consecuencias y que no hay nada más “incambiable” que el cambio mismo.
¿Y cómo llegó el cambio?
Lo confirmaron desde lejos en unas sacas que llegaron de ultramar. Cuando las vaciaron se produjo el milagro. Los emigrantes nauFragaron el viejo barco.
La emigración te da la oportunidad de experimentar no solo el país de acogida, sino, sobre todo, tu propio país. Esta distancia permite ver las cosas con más cabeza y sentido. Los gallegos que no viven en Galicia decidieron echar una mano a sus compatriotas y llevar ese barco viejo a los libros de la historia de los que se escapó hace muchas décadas.
- No va a pasar nada.
- ¿Y la gente? ¿Qué van a hacer? -insistía yo refiriéndome a que la mayoría de la gente vivía del mar, que en estas fechas (utilizando el vocabulario electoral “Fraga”) estaba hecho “mierda”.
- ¿¡La gente!?... –me contestó Sonia- Como siempre... Vamos a emigrar. Cuando las cosas se ponen feas lo que hacen los gallegos es emigrar. Lo que pasa es que no sé a dónde vamos a irnos esta vez. Pero ya se verá.
Por algo me explicaron que la palabra típica entre los gallegos es “depende”. Escuchando a Sonia noté cierta filosofía oriental en su actitud como diciendo que todo tiene sus fines y consecuencias y que no hay nada más “incambiable” que el cambio mismo.
¿Y cómo llegó el cambio?
Lo confirmaron desde lejos en unas sacas que llegaron de ultramar. Cuando las vaciaron se produjo el milagro. Los emigrantes nauFragaron el viejo barco.
La emigración te da la oportunidad de experimentar no solo el país de acogida, sino, sobre todo, tu propio país. Esta distancia permite ver las cosas con más cabeza y sentido. Los gallegos que no viven en Galicia decidieron echar una mano a sus compatriotas y llevar ese barco viejo a los libros de la historia de los que se escapó hace muchas décadas.
Comentarios
además, en este caso, el cambio se fraguó aquí. los emigrantes, simplemente, no lo impidieron.
yo creo muchísimo más en el voto inmigrante que en el voto emigrante. y lo dice alguien que durante años evitó empadronarse fuera de Galicia para poder seguir votando aquí en las municipales y en las autonómicas...
un abrazo y felicidades