Que la “Spain is different” ya no es ninguna novedad. Lo mismo confirmó un inmigrante inglés que recién llegado a la capital española se sorprendió al ver cómo son las comidas aquí: “¡Es que duran tanto!”, dijo. Ese joven trabajador extranjero, llamado David Beckham, tenía razón pero no son las comidas lo que dura tanto.
A primera vista puede parecer que los españoles comen muy despacio pero eso no es cierto. No he notado que aquí le gente mastique de forma diferente a las demás culturas humanas. Se mastica y traga más o menos con la misma rapidez en toda Europa. Por lo tanto no es la comida lo que más dura. Es la despedida.
Con un “Ah, por cierto se me olvidó decirte (preguntarte, pedirte, recomendarte, consultarte, etc)” se activa un nuevo proceso comunicativo que va acompañando el proceso digestivo. Mientras al norte de los Pirineos después de haber comido los comensales se dicen “adiós” unos a otros, se levantan y se van, al sur de los Pirineos un “adiós” representa la introducción a una nueva sesión.
Como camarero debo decir que es una costumbre que no me favorece en absoluto porque en vez de recoger la mesa tengo que esperar un largo rato más antes de irme a mi casa. Para presionar los clientes que están “sobremeseando” demasiado, voy preguntándoles amablemente a cada rato: “¿Señores, desean algo más?”, cuando en realidad lo que quiero decir es: ¡¿Desean irse de una vez?!
Quiero proponer que sea obligatorio por ley tener una sala de despedida en cada bar-y restaurante de España. Allí los clientes tendrían algunos botes de vitaminas para fortalecer la memoria y bolígrafos con bloques de notas para apuntar todas esas cosas que “casi se les olvidan”.
A primera vista puede parecer que los españoles comen muy despacio pero eso no es cierto. No he notado que aquí le gente mastique de forma diferente a las demás culturas humanas. Se mastica y traga más o menos con la misma rapidez en toda Europa. Por lo tanto no es la comida lo que más dura. Es la despedida.
Con un “Ah, por cierto se me olvidó decirte (preguntarte, pedirte, recomendarte, consultarte, etc)” se activa un nuevo proceso comunicativo que va acompañando el proceso digestivo. Mientras al norte de los Pirineos después de haber comido los comensales se dicen “adiós” unos a otros, se levantan y se van, al sur de los Pirineos un “adiós” representa la introducción a una nueva sesión.
Como camarero debo decir que es una costumbre que no me favorece en absoluto porque en vez de recoger la mesa tengo que esperar un largo rato más antes de irme a mi casa. Para presionar los clientes que están “sobremeseando” demasiado, voy preguntándoles amablemente a cada rato: “¿Señores, desean algo más?”, cuando en realidad lo que quiero decir es: ¡¿Desean irse de una vez?!
Quiero proponer que sea obligatorio por ley tener una sala de despedida en cada bar-y restaurante de España. Allí los clientes tendrían algunos botes de vitaminas para fortalecer la memoria y bolígrafos con bloques de notas para apuntar todas esas cosas que “casi se les olvidan”.
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