Pronto comprendí que nadie iba a darme el sello en España. Y desplazarme hasta Croacia para conseguirlo costaba una pasta. ¿Qué hacer?
Me ofrecían una posibilidad. No tenía sello, pero podría tener al menos una prueba de que viajé desde allí hasta aquí. Pues no. Vine en coche.
Además para que la paradoja fuese más grande la única frontera donde nos pararon -y que según el poli de Port Bou ya no es una frontera- fue la entrada en España. El único coche que pararon unos tíos vestidos de guardia civil con pistolas fue el que llevábamos mis amigos y yo. Nos hicieron salir de coche, nos cogieron los pasaportes y se los llevaron al interior de una caseta. Mientras tanto sacaron todas las cosas del maletero y registraron los asientos. Sin ninguna explicación. Unos veinte minutos más tarde nos devolvieron nuestros pasaportes y nos desearon buen viaje. Sin ninguna aclaración. Sin ningún sello. ¿Quizá fue porque la matricula era de Bilbao? ¿Quien lo sabe?
Así que me pararon en una frontera que no es una frontera y no me pusieron ningún sello de sospechoso por viajar con matricula vasca. Pero ¿cómo les explico todo eso a mis burócratas preferidos? Para ellos si no tengo el sello no estoy allí y punto.
Bueno, ya nos conocemos, así que conseguí un billete de autobús con una fecha parecida a la de mi entrada en España y lo llevé junto con el resto de los documentos para solicitar la tarjeta. ¡El último paso! Solo tenía que superar este trámite para estar dentro del sistema, convertirme en un numero y comunicarme con el sistema y con los demás números. E incluso pasar facturas y cobrar.
Pero eso sería después, aún me quedaba pasar la última puerta, donde los trolls sospechan de todo y de todos. Llegó la hora de la verdad. Había que tener valor y enfrentarse a esas terribles criaturas.
(continuará...)
Me ofrecían una posibilidad. No tenía sello, pero podría tener al menos una prueba de que viajé desde allí hasta aquí. Pues no. Vine en coche.
Además para que la paradoja fuese más grande la única frontera donde nos pararon -y que según el poli de Port Bou ya no es una frontera- fue la entrada en España. El único coche que pararon unos tíos vestidos de guardia civil con pistolas fue el que llevábamos mis amigos y yo. Nos hicieron salir de coche, nos cogieron los pasaportes y se los llevaron al interior de una caseta. Mientras tanto sacaron todas las cosas del maletero y registraron los asientos. Sin ninguna explicación. Unos veinte minutos más tarde nos devolvieron nuestros pasaportes y nos desearon buen viaje. Sin ninguna aclaración. Sin ningún sello. ¿Quizá fue porque la matricula era de Bilbao? ¿Quien lo sabe?
Así que me pararon en una frontera que no es una frontera y no me pusieron ningún sello de sospechoso por viajar con matricula vasca. Pero ¿cómo les explico todo eso a mis burócratas preferidos? Para ellos si no tengo el sello no estoy allí y punto.
Bueno, ya nos conocemos, así que conseguí un billete de autobús con una fecha parecida a la de mi entrada en España y lo llevé junto con el resto de los documentos para solicitar la tarjeta. ¡El último paso! Solo tenía que superar este trámite para estar dentro del sistema, convertirme en un numero y comunicarme con el sistema y con los demás números. E incluso pasar facturas y cobrar.
Pero eso sería después, aún me quedaba pasar la última puerta, donde los trolls sospechan de todo y de todos. Llegó la hora de la verdad. Había que tener valor y enfrentarse a esas terribles criaturas.
(continuará...)
Comentarios
Muchas gracias, un saludo.
está satisfecha con el resultado. Pero no sé nada del tahitian noni juice.