Desde los 14 años cuando salí a la calle para vender
ejemplares de un nuevo periódico que acaba de salir, hasta hoy, he trabajado en
una infinidad de cosas,… y muy probablemente así será hasta el día que me muera.
Pero, queridos amigos, me temo que a una gran mayoría os tocará el mismo destino.
Nos ha tocado vivir el cambio del paradigma, (hay que
joderse) donde una forma de capitalismo reemplaza otra. El éxito de este nuevo
paradigma dependerá en una gran medida del progreso tecnológico y del incremento
de la población (tal como recuerda el economista Miguel Puig). Lo que está fuera
de duda es que, sea cual sea, el nuevo paradigma mantendrá el capitalismo como modelo.
Este viejo mutante, capaz a adaptarse a todo tipo de
culturas, religiones y geografías ha demostrado que no existe una mejor forma
de generar riqueza (Slavoljub Zizek). Y en este proceso ha contado con la ayuda
de su encomiable compañero de viaje: el comunismo.
Más que compañero de viaje, el comunismo ha sido el producto
estrella del capitalismo. Es otra de las consecuencias del pensamiento binario,
introducido por Hegel, por culpa del cual la sociedad occidental vive sumergida
en la dualidad entre los (presuntos) opuestos.
En este juego (perverso) se ha creado la que actualmente es la
pareja de moda en la esfera pública: trabajo y renta. “se nos repite constantemente
de que vivimos en tiempos de déficit y deuda y que todos hemos de compartir su peso
y aceptar la devaluación de los niveles de vida que teníamos – todo esto con la
excepción de los ricos. La idea de poner más impuestos a los ricos es un tabú
absoluto: si lo hacemos – nos dicen – los ricos perderán el incentivo para
invertir y, por lo mismo, para crear puestos de trabajo. La única manera para
salir de estos tiempos difíciles es que los pobres sean aún más pobres y que
los ricos sean más ricos.” Con sarcasmo, pero con mucha razón, Zizek pone en entredicho
lo que cada persona que vive de su trabajo, experimenta en su día a día.
Durante décadas el valor del trabajo se ha ido devaluando a
favor de la renta. Para el Sistema
camaleónico, capaz de mimetizarse con cualquier entorno y contexto, lo
importante no es cuantos trabajan, sino cuantos
consumen. Llegados a este punto y con el panorama en el cual para
garantizar las futuras pensiones por un lado nos dicen que los jóvenes han de
cobrar mucho más que los mayores, y por otro que esto es incompatible con la
tendencia de abaratar aún más los salarios, ¿qué Podemos esperar?
Con cada vez más pobres, la frustración colectiva crece.
Pero el sistema tiene mecanismos de sobra para controlarlo. “¿Quién será la
fuerza dominante para canalizar la rabia de los pobres, para traducirla en un programa
político?”, plantea Zizek.
¿Podemos adivinar la respuesta?
Podemos. Pero la imagen de Pablo Iglesias
regalando “El juego de tronos” al monarca español, para que "le dé las
claves sobre la crisis política de España", me hizo ver que al fin y al cabo es un juego. Cosa que me planteó otra pregunta:
La narrativa, que tan inteligentemente y elocuentemente está construyendo, le situaría en el papel de la guapa y justa Daenerys Targaryen, que de forma imparable avanza desde el Sur, liberando los pueblos pobres, oprimidos y esclavizados reuniéndoles bajo su firme e inspirada visión.Pero tampoco estaría muy lejos del Lord Jon Nieve, el guapo y valiente Comandante de la Guardia de la Noche. Si sus enemigos, y hasta ayer amigos (Ej. Monedero) hicieran el reparto probablemente se inclinarían por asignarle este rol, más que nada por una cuestión meramente simbólica representada por el atributo de “bastardo” que acompaña al líder del Norte.
Sea como sea, Iglesias parece avanzar con pasos firmes hacía el Trono de Hierro. Pero como se sentirá cuando el día de la investidura, escuche el grito estremecedor de millones de parados “El trabajo ha muerto,… larga vida al trabajo”.
El día que el Sistema le dejara sentarse al trono, a quién acudirá cuando se encuentre con el mismo problema que tenían Lenin y Mao: un enorme e inerte aparato burocrático cuya única finalidad es perpetuarse.
Donde dirigirá la mirada hacia ¿arriba o abajo?, ¿el 1% o el 99%?
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