Vuelo AA 067 (BCN-NYC), entre el bocado del pollo que sabe a
jet lag y el trago del vino con el buque del refrescante para el inodoro, leo
que la primera edición del libro bestseller “El factor humano” escrito por John
Carlin sobre Nelson Mandela, para el mercado de España, tenía dos subtítulos:
“Nelson Mandela y el partido de rugby que salvó una nación” – versión en
castellano.
“Nelson Mandela y el partido de rugby que construyó una nación” – versión en
catalán.
Dos verbos para definir dos mundos, o mejor dicho dos verbos
para vender en dos mundos.
Es verdad que me cansan los protagonistas del debate España
Vs. Catalunya. Desde mi propia experiencia sé que alejándose uno gana la
perspectiva y por ello tenía que ser en este AA 067 que leyera el libro "Ningún
hombre es una isla" (Curiosamente (o no) el lema que hace dos años había elegido para la empresa que monté), enviado
desde las tierras antípodas por mi querido hermano Nacho.
El hombre usa el verbo para la creación. El político usa el
verbo para la manipulación.
Pero el hombre es muy susceptible a los verbos políticos,
porque apuntan en lo desprotegido. En lo colectivo. Allí el gran cazador
indomable, erguido de las sábanas africanas en búsqueda de sentido es presa
fácil de los depredadores grises.
En otro libro (cuyo titular a 12.000 pies de altura no logro
de recordar) un célebre onirologo, describía la frustración que vivía ante las numerosas negativas por
parte de los líderes de la comunidad lapona del norte de Finlandia.
En el fervor científico el hombre intentaba persuadirles a que
le dejaran medir los intervalos de la fase REM de los miembros de su pueblo, y
poder compararlos con las fases REM de los demás pueblos, los que haya
investigado. Reservados y celosos de su intimidad nacional, los lapones se
negaron ante varias iniciativas, pero finalmente cedieron ante un argumento muy
convincente.
Desesperado, el científico acudió al cerebro reptil y la
territorialidad de sus interlocutores, y en una carta les envío una muy sutil,
pero potente, sugerencias a los líderes tribales: la investigación y sus
resultados, si demostrasen haber distintas fases REM entre los lapones y los
finlandeses, pueden servir de argumento adicional para demostrar las
diferencias culturales y fisiológicas que hay entre ambos pueblos, ergo,
sumarse entre los motivos para reclamar la añorada independencia nacional.
Dentro del “discurso-dilema” catalán, la palabra sueño es
quizá la más repetida y tiene detrás todo un ejército trajeado de los
intérpretes oníricos que buscan desequilibrar el otro tirándose ambos en el
precipicio llamado “realidad política”.
Pero, ¿qué hace que (en este caso) sean incompatibles el
verbo salvar y construir?
Aquí podría haber una larga disertación semántico-retórica pero
ante el riesgo de que provocara a que el pollo y el vino me repitieran (es lo
que tiene la retórica) me limitaría a constatar que difícilmente el resultado
del debate puede tener resultados positivos, si en cada bando están los mismos
que llevan muchas décadas viviendo de ello.
Para tener éxito ha de haber debate entre nuevos españoles y
nuevos catalanes. Porque “no se puede esperar a obtener resultados distintos,
haciendo las mismas cosas.” Han de surgir un Marian y un Arturo, que les dé lo
mismo salvar la construcción, que construir la salvación, porque saben que “NO
MAN IS AN ISLAND”.
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