“¡Qué
gozo! ¡Ya no hay Pirineos! ¡Se han hundido en la tierra y no formamos más que
una nación!”, la frase, se adjudica al Rey Sol (Luis XIV). Este supuestamente
la dijo al marqués de Castelldosrius, quien le comunicó que el duque de Anjou,
luego Felipe V, había heredado la corona española.
Los movimientos sísmicos geopolíticos pueden ser aún más potentes que los tectónicos. Los continentes se acercan, las montañas desaparecen y los océanos se abren con tan solo ejercer la voluntad de los poderes que otorgan los hombres a sus líderes.
Durante muchas décadas Europa veía desaparecer los Alpes, los Pirineos, e incluso los Carpates. Todo parecía posible. Los milagros sucedían con la misma velocidad que se curraban las viejas heridas nacionalistas.
Al bajar las montañas, el sol llego a brillar hasta en los lugares más profundos y ocultos hasta entonces. Y el sol se llamaba Euro.
Ahora
parece que las montañas vuelven a crecer y el sol brilla menos.
Vuelven a sonar las voces de las viejas cuevas.
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¿Y si volvemos a la peseta (lira, marco, franco, drahma,…)?
Pocos meses después de que el Rey Sol, pronunciara la célebre frase, empezó la Guerra de Sucesión, que enfrento a Francia y España con Inglaterra, Austria y Holanda. 18 años más tarde España y Francia estaban en guerra unos contra otros.
La
paz en Europa, tradicionalmente ha sido el tiempo que transcurre entre dos
crisis, conflictos o grandes guerras, y como tal no está percibido como un
valor tangible sino más bien como un breve descanso.
El periodo desde la Segunda Guerra hasta la Guerra de los Balcanes, ha sido el periodo más largo de paz que recuerda la historia europea. Cuando parecía que los europeos superaron el examen de los Balcanes, poniendo el interés común frente los mitos nacionalistas, 15 años después Europa vuelve a su estado natural.
Vuelven
a sonar las mismas melodías medievales.
¿Será posible que Europa no sea capaz de encontrar nada más que el euro como elemento aglutinador y motivador de unidad y progreso?
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¿Y si volvemos a la peseta (lira, marco, franco, drahma,…? - Murmullan
los viejos.
¿Y
si volvemos a pintar en las cuevas de Altamira?
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