“Cuando hablamos de hombre, tenemos la concepción de la humanidad como un todo, y antes de aplicarle métodos científicos a la investigación de su movimiento, debemos aceptar esto como un hecho físico. Pero ¿podría alguien dudar hoy en día que todos los millones de individuos y todos los innumerables tipos y caracteres constituyan una entidad, una unidad? Aún cuando libres de pensar y actuar, estamos sujetos juntos, como las estrellas en el firmamento, con lazos inseparables”, es una frase del ensayo “The problem of increasing human energy”, escrito por Nikola Tesla.
La mejor forma de ilustrar esta interconectividad es ponerlo a escala menor. Un buen modelo es el juego de ajedrez, donde el movimiento de cada pieza activa millones de asociaciones, relaciones, efectos y consecuencias.
“When we play the ancient and noble game of chess, we grapple with ideas about honesty, deceitfulness, bravery, fear, aggression, beauty, and creativity, which echo (or allow us to depart from) the attitudes we take in our daily lives. Chess is an activity in which we deploy almost all our available cognitive resources; therefore, it makes an ideal laboratory for investigation into the workings of the mind.” Chess Metaphors, Artificial Intelligence and the Human Mind -
Diego Rasskin-Gutman
(Mientras, jugamos el noble y antiguo juego de ajedrez, nos enfrentamos a la noción de honestidad, valentía, miedo, agresión, belleza y creatividad que resuenan nuestra actitud hacia la vida cotidiana. El ajedrez es una actividad que emplea casi todos nuestros recursos cognitivos disponibles, esto lo convierte en un laboratorio ideal para investigar el funcionamiento del cerebro.)
Borges, Cervantes, Dante Alighieri, Shakespeare o Goethe, son solamente algunos de los grandes que reconocieron el poder simbólico de este maravilloso juego, trasladándolo en la infinidad de los universos ficticios. Pero otros, más pragmáticos, lo usan con fines estratégicos. Como si quisieran que vieramos el Mundo como un gran tablero de ajedrez, dividido entre la dualidad de las figuras blancas y las figuras negras.
Es la imagen que hoy apareció en la mayoría de los medios de comunicación donde Muamar el Gadafi se ve jugando el ajedrez con Kirsán Iliumzhínov, el presidente de la Federación Mundial de Ajedrez (FIDE), el hombre que también visitó a la familia de Sadam Hussein en Irak, antes de que comenzara el bombardeo en marzo de 2003.
Pero también es la imagen del año 1992 del histórico partido entre Fisher y Spasky, el llamado "Revenge Match of the 20th century", jugado en Sveti Stefan y Belgrado, en Yugoslavia bajo recién estrenado embargo económico de la ONU.
Yugoslavia, Irak, Libia,… son algunas de las sesenta y cuatro posiciones para el desarrollo del juego, entre dieciséis figuras blancas y dieciséis figuras negras.
Entre dos lados. Dentro de una sola mente.
La mejor forma de ilustrar esta interconectividad es ponerlo a escala menor. Un buen modelo es el juego de ajedrez, donde el movimiento de cada pieza activa millones de asociaciones, relaciones, efectos y consecuencias.
“When we play the ancient and noble game of chess, we grapple with ideas about honesty, deceitfulness, bravery, fear, aggression, beauty, and creativity, which echo (or allow us to depart from) the attitudes we take in our daily lives. Chess is an activity in which we deploy almost all our available cognitive resources; therefore, it makes an ideal laboratory for investigation into the workings of the mind.” Chess Metaphors, Artificial Intelligence and the Human Mind -
Diego Rasskin-Gutman
(Mientras, jugamos el noble y antiguo juego de ajedrez, nos enfrentamos a la noción de honestidad, valentía, miedo, agresión, belleza y creatividad que resuenan nuestra actitud hacia la vida cotidiana. El ajedrez es una actividad que emplea casi todos nuestros recursos cognitivos disponibles, esto lo convierte en un laboratorio ideal para investigar el funcionamiento del cerebro.)
Borges, Cervantes, Dante Alighieri, Shakespeare o Goethe, son solamente algunos de los grandes que reconocieron el poder simbólico de este maravilloso juego, trasladándolo en la infinidad de los universos ficticios. Pero otros, más pragmáticos, lo usan con fines estratégicos. Como si quisieran que vieramos el Mundo como un gran tablero de ajedrez, dividido entre la dualidad de las figuras blancas y las figuras negras.
Es la imagen que hoy apareció en la mayoría de los medios de comunicación donde Muamar el Gadafi se ve jugando el ajedrez con Kirsán Iliumzhínov, el presidente de la Federación Mundial de Ajedrez (FIDE), el hombre que también visitó a la familia de Sadam Hussein en Irak, antes de que comenzara el bombardeo en marzo de 2003.
Pero también es la imagen del año 1992 del histórico partido entre Fisher y Spasky, el llamado "Revenge Match of the 20th century", jugado en Sveti Stefan y Belgrado, en Yugoslavia bajo recién estrenado embargo económico de la ONU.
Yugoslavia, Irak, Libia,… son algunas de las sesenta y cuatro posiciones para el desarrollo del juego, entre dieciséis figuras blancas y dieciséis figuras negras.
Entre dos lados. Dentro de una sola mente.
“El individuo es efímero, las razas y naciones van y vienen, pero el Hombre permanece”- Nikola Tesla
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