El vuelo BA 463 planea sobre la Tierra a treinta mil pies. El cómodo asiento 1A de la Clase Gold Premier acaba de absorber el pedo del señor Ram, el pasajero frecuente, quien de costumbre toma se menú Executive con una botella de bordeaux, pastel de chocolate y café con leche.Con mucha mala leche.
Tras absorber el pedo, el asiento recibe las instrucciones de Sr. Ram y en pocos segundos y casi sin ningún ruido se convierte en una cómoda cama. “Treinta mil pies sobre la Tierra,… no está nada mala”, pensaba Sr. Ram que, ni recordaba cómo era la vida “allí abajo”. Ni siquiera caminando.
Él tenía mejores cosas de que ocuparse que pensar en la Tierra. “El dinero no crece en los árboles” suele repetir frecuentemente a sus subordinados, una amplia lista de personas que consideraba pertenencias personales y les distribuía en dos grupos: 1) casa y 2) trabajo, según el lugar donde coincidía con ellos y el servicio que le prestaban.
Linda, por ejemplo, estaba en el grupo 2. Es su asistenta personal, y le acompañaba y ejecutaba todas sus instrucciones. Literalmente todas. Linda ocupa asiento 32 F de la clase económica, la clase que desde que ganó un kilo demás, la corresponde. “En fin, todo es imagen”, justificaba su decisión Sr. Ram, quien ahora repasa brevemente en su mente, la lista de las reuniones que tiene mañana, traga su copa de Henessy y poco a poco cae en el sueño profundo.
Mientras no se encuentren las cajas negras del vuelo BA 463 será difícil determinar las causas del siniestro. Algo que poco le preocupa a Sr. Ram que tiene otros asuntos de tratar.
Tras los gritos de pánico, entre el llanto y la desesperación todo se calmó. Y después, nada.
Mientras observa su cuerpo roto, reposando en el asiento 1 A de la Clase Gold Premier, Sr. Ram siente mucho miedo.
- ¿Qué pasó? – preguntó.
- Nada. Estás muerto. – contestó la luz.
- ¡¿Muerto?! ¿Yo? Esto es imposible. – gritó Sr. Ram, pero como la voz no hacía ningún comentario, prosiguió enojado - ¿Y ahora qué pasará?
Ante el enojo de Sr. Ram, la luz estaba indiferente. Repasó brevemente los recuerdos de Sr. Ram y al enterrarse que no había nada que valía la pena, lo desconectó.
La existencia de Sr. Ram, no merecía la pena ser trasplantada en otro cuerpo.
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