Hace un par de días me presentaron a Tod. El hombre tenía toda la cara roja y arrugada. Se veía que estaba recién despertado, y con ganas de seguir durmiendo. Ni siquiera me saludó. Y encima, el tío no dejaba de tirarse pedos. ¡Chapó! Con un par de huevos. Bueno, pensé, por una parte era nórdico y esos vikingos no son muy dados a las “finuras”. Pero lo que más me desconcentraba mientras hablábamos era que no dejaba de estirarse, poner caras raras y quedarse dormido en cuestión de segundos.
Pero, era comprensible. El hombre se pegó un tute que no veas. ¡Nueve meses de viaje! desde un lugar muy extraño, de tantas zonas horarias de diferencia que al llegar te quedas todo arrugado y sin pelo. Un lugar del cual existen muy pocos relatos documentados (relevantes).
Lo que le pasaba a Tod era que llevaba encima un jetlag de la hostia. Un pedazo de jetlag, que para un cuerpo de tres semanas de vida ha de ser muy duro.
¡Bienvenido Tod!
Comentarios
bss
Soy el padre..
enrique