Egoína es un término que descubrí gracias a Alex quien lo empleó en el contexto de las conversaciones que en forma de monólogos sueltos se practican en las fiestas. “¡Yo, yo, yo! La peña solo habla de si mismo. Todos están enganchados a la egoína.” decía describiendo el ambiente que se puede encontrar entre la gente, tanto de fiesta como en otros ámbitos.
Egoína es la droga que no se detecta en ningún análisis de sangre, o de orina, y no está catalogada como un estupefaciente dañino para la salud. Pero es fácilmente detectable en las demostraciones psicosomáticas y su uso frecuente puede resultar muy dañino, sobre todo para el aparato auditivo de las personas, ya que uno de los principales efectos secundarios es la perdida gradual de la escucha activa.
Los síntomas más destacados son el aire pomposo que se levanta alrededor del consumidor, su constante interrupción de cualquier intento de participación del homologo y el abandono crónico del empleo del plural.
Otro de los síntomas típicos que indican el consumo de la egoína es la obsesión por tener la razón. Siempre. Las personas bajo el efecto de esta droga suelen insistir constantemente en que tienen la razón en todo lo que hagan o digan y pueden actuar con violencia ante cualquiera que pudiera amenazar con demostrar lo contrario.
La relación entre esta droga y la razón es esencial para entender el comportamiento de las personas adictas a egoína. Esta sustancia peligrosa tiene su origen en el ego, el sustituto moral que coincide con la creación de Dios. Desde entonces el ego se usa para proyectar nuestra consciencia permitiéndola que se comparara y mimetizara con el entorno del cual “percibe significicados y evalúa valores, actividades que favorecen la supervivencia y hacen que la vida valga la pena vivirse y encontrarle sentido”( http://es.wikipedia.org/wiki/Yo ).
La búsqueda de sentido llevó a la invención de la Razón que gracias a la Ciencia sustituyó a Dios. Debido a que las personas bajo efectos de egoína disfrutan de la falsa sensación de seguridad y control, el uso frecuente provocará fuertes sismos en su personalidad, lo que con el tiempo les llevará lejos de las pequeñas verdades, que gracias a los errores que cometamos nos enseñan a vivir junto a los demás. Porque, como dijo Dave Longstreth de los Dirty Projestors “los errores no son errores, son nuevas verdades”. Al no ser capaces de reconocer que han errado, los adictos a egoína no alcanzan las verdades.
¡Di no a la egoína!
Egoína es la droga que no se detecta en ningún análisis de sangre, o de orina, y no está catalogada como un estupefaciente dañino para la salud. Pero es fácilmente detectable en las demostraciones psicosomáticas y su uso frecuente puede resultar muy dañino, sobre todo para el aparato auditivo de las personas, ya que uno de los principales efectos secundarios es la perdida gradual de la escucha activa.
Los síntomas más destacados son el aire pomposo que se levanta alrededor del consumidor, su constante interrupción de cualquier intento de participación del homologo y el abandono crónico del empleo del plural.
Otro de los síntomas típicos que indican el consumo de la egoína es la obsesión por tener la razón. Siempre. Las personas bajo el efecto de esta droga suelen insistir constantemente en que tienen la razón en todo lo que hagan o digan y pueden actuar con violencia ante cualquiera que pudiera amenazar con demostrar lo contrario.
La relación entre esta droga y la razón es esencial para entender el comportamiento de las personas adictas a egoína. Esta sustancia peligrosa tiene su origen en el ego, el sustituto moral que coincide con la creación de Dios. Desde entonces el ego se usa para proyectar nuestra consciencia permitiéndola que se comparara y mimetizara con el entorno del cual “percibe significicados y evalúa valores, actividades que favorecen la supervivencia y hacen que la vida valga la pena vivirse y encontrarle sentido”( http://es.wikipedia.org/wiki/Yo ).
La búsqueda de sentido llevó a la invención de la Razón que gracias a la Ciencia sustituyó a Dios. Debido a que las personas bajo efectos de egoína disfrutan de la falsa sensación de seguridad y control, el uso frecuente provocará fuertes sismos en su personalidad, lo que con el tiempo les llevará lejos de las pequeñas verdades, que gracias a los errores que cometamos nos enseñan a vivir junto a los demás. Porque, como dijo Dave Longstreth de los Dirty Projestors “los errores no son errores, son nuevas verdades”. Al no ser capaces de reconocer que han errado, los adictos a egoína no alcanzan las verdades.
¡Di no a la egoína!
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