El día salía a la luz y Sueño se despertaba cansado. “Que palo me da ir a trabajar”, pensaba mientras se resbalaba por el borde de la cama. Le hubiera encantado haberse podido quedar durmiendo un rato más pero él “Nunca ha fallado a un cliente”, según decía el certificado del “Primer premio en los Juegos Oníricos del Año Que Viene”, que lucia con orgullo en la pared encima de su mesa de trabajo.
Mientras se preparaba la infusión de la flor de amapolas blancas y setas psico-trópicas, repasaba el perfil del encargo que le llegó mientras dormía:
- A ver que tenemos… hmmmm…. Cliente: Hombre. Blanco. 46 años. Clase media.
Ya sabía que tocaba. Lo había hecho “¡un millón de veces!”. Está todo escrito en “El Manual”. Esperará hasta que el cliente alcanzara la fase REM, y una vez los parpadeos de la pupila estén sincronizados empezará a volcar los datos prediseñados a su hipotálamo. Suelen ser las actividades que el cliente ha vivido durante el día, combinados con los deseos habituales que la realidad por falta de coraje o de imaginación le niega. La técnica suele ser la misma y muy influida por la cultura visual dominada por los medios audiovisuales.
- Más de lo mismo - pensaba Sueño – Un espacio indefinido de baja gravedad. Muchos primeros planos… luz interferida… un poco de viento… miradas cortas… una situación vivida y olvidada envuelta en secuencias lentas… una mujer conocida… mujer de un compañero de trabajo… y si puede ser del jefe, aún mejor… ascensor… ella hace el primer paso y ¡zap!…. Nos despertamos y yo me largo. ¡¡¡Que coñazo!!!
Pero el trabajo es el trabajo y éste era el único que tenía, así que mientras siga siendo el empleado de “Onírica S.A.” no se puede permitir el lujo de “mandarlos a tomar por culo”.
- ¡¿Y si me hago autónomo?! – se le ocurrió en un instante – ¡¡¡¡Jaaa!!!! Eso es. Haré mis propios guiones y ¡que les den a ellos y a su Manual!
Estaba fuera de sí de la excitación que le causo la idea de libertad. Por fin podría expresar sus propias creaciones. Las de verdad. “¡La verdad! Eso es, ¡¡¡¡los sueños de verdad!!!!” gritaba locamente mientras ataba su bufanda de rayas reglamentaria.
Lo tenía claro. Era "El Día Perfecto" para comenzar. Estaba a punto de dirigir su primer proyecto autónomo.
Esperó hasta que el cliente entrara en la fase REM y una vez dentro comenzó reactivar las sensaciones y recuerdos guardados en la amígdala del cliente.
Los primeros miedos empezaban a fluir libremente por todo el sistema nervioso convirtiéndose en nubes de humo transparente. El primer llanto en la oscuridad... El primer golpe....El primer regaño de la madre.... El primer No.... El primer desamor… con Sueño detrás todos salían volando deshaciéndose en la conciencia del soñador… 4,…3,…2,…1 “¡Despierta!”
El hombre se despertó. Se levantó y en la agenda del trabajo anotó el apunte para el día siguiente:
La verdad es el camino que se hace practicando la sinceridad.
Al volver a la cama abrazó a su mujer y en un instante se quedó dormido.
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