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El castillo

La planta 713 de la Torre Octanocredo se levanta muy por encima de la gruesa capa de las nubes contaminadas que cubran la ciudad y sus 38 millones de habitantes. Toda la planta está ocupada por un despacho de forma oval con paredes de cristal. Es la cede de Grupo Octano, la multinacional presidida por Karlo Octano, el magnate energético y “filántropo”, como le gusta ser reconocido en los medios de comunicación.
La luz del sol asesino está compensada por los paredes de cristal LCD antireflejante que según programados proyectan imágenes de cataratas, tiburones, acero fundido, lagartos y saltos en caída libre. La forma random de su programación también incluye las noticias e informes bursátiles. No hay plantas y el único mueble es la mesa con una pantalla y un letrero dorado que pone “Nihil tam munitum quod non expugnari pecunia possit.”.
En un instante la pared de cristal se oscurece y proyecta el informativo de una de las cadenas televisivas:
“,… y una noticia de última hora” dicta la voz aguda de la presentadora holograma. “Según informa el Ministerio de Asuntos Interiores, la organización terrorista JDT ha cometido un nuevo atentado contra las instalaciones de producción de oxigeno de la empresa FAKYU, propiedad del grupo Octano. La empresa ha informado que a pesar de los daños provocados el suministro de aire para los hogares no se verá afectado.”.
Karlo Octano cierra la pantalla y marca una serie de numeros en el teclado. Se abre una nueva pantalla y aparece una imagen distorsionada de su locutor. “Soy yo” dice Karlo Octano “Buen trabajo. Tengo otro encargo para ustedes. Recibirán mis instrucciones.”
El locutor de cara oculta le contesta “Entendido. Espero sus indicaciones. ¿Pago habitual?”.
“Sí” contesta Karlo Octano y cierra la pantalla. Abre una nueva y entra en la página web de la bolsa. Al comprobar que sus previsiones fueron acertadas y que el precio de oxigeno, gracias al incertidumbre subió un 12,7%, apaga la pantalla y sale del despacho. “Mañana más”, murmura despidiéndose de su presencia en la planta 713 de la Torre Octanocredo.
Son las nueve de la mañana y solamente las pupilas de los más afortunados pueden disfrutar de la luz natural. Son los empleados de las plantas superiores de los rascacielos. Los que viven por debajo de la planta trescientos pueden comprarlos embotellados en alguno de los supermercados del Grupo Octano.
Son las nueve y Karlo Octano ya lleva dos horas en su despacho de la planta 713 de la Torre Octancredo. Mientras la secretaria le ayuda fruncir las cejas, reciba el aviso en la pantalla “El IP para la videoconferencia está esperando para establecer la conexión”. Con un movimiento brusco aparta la secretaria, se toma sus dos pastillas contra la crisis de los cuarenta, una anti remordimiento con el corrector de movimientos neurolinguisticos y encienda la cámara.
“Buenos días” se escucha por los altavoces la voz de su interlocutor del otro lado “Creo que todos conocemos a Sr. Karlo Octano y sobre todo su incansable entrega en la lucha para preservar el Planeta. Una vez más tenemos el gran privilegio de tenerle entre nosotros en la decimonovena conferencia multidisciplinaria contra el cambio climático…”.
Al leer las propuestas y las iniciativas para la regularización de las emisiones de los gases dañinos para el atmósfera, las mismas que propuso en las dieciocho conferencias anteriores, Karlo Octano pronuncia su frase preferida “Y como decía Séneca "Ningún viento es favorable para el que no sabe a que puerto va”, y ante las ovaciones se despide de los asistentes.
Cierra la pantalla de la conferencia y abre la del periódico local donde lee uno de los titulares: “Asesinado el profesor Ngdong Gondo” y sigue con el texto:
“Su cuerpo sin vida fue hallado la noche anterior en su apartamento” dicta la nota y prosigue. “Los evidentes signos de la entrada forzada a su apartamento apuntan al robo como el principal motivo de su muerte. Profesor Gondo fue considerado ser uno de los mayores expertos en biocombustibles. Fue el director del departamento de investigación de la Universidad de Nueva York, donde desde hace varios años se está llevando a cabo la investigación de la comercialización del uso de las energías renovables. El profesor fallecido fue personalmente encargado del programa de desarrollo del Carbodiesel, un combustible obtenido íntegramente de las emisiones de CO2, cual convierta en combustible eliminando posteriores emisiones contaminantes. En los círculos científicos las teorías del profesor Gondo disfrutaban del mayor reconocimiento y su investigación con el Carbodiesel fue considerada como la principal alternativa a los combustibles convencionales.
La policía aún no ha ofrecido el informe sobre los objetos extraídos del apartamento y si entre ellos se encuentran los documentos y las investigaciones que realizaba el profesor Gondo.”
Karlo Octano cierra la pantalla del periódico y entre el correo que dejó su secretaria sobre su mesa elija un sobre grande sin el remitente ni sello, dirigido a él personalmente. Al abrirlo lo primero que encuentra es la nota con la frase “Ablata causa, tollitur effectus” * y un número de cuenta bancaria.
Abre el sobre y encuentra una carpeta de piel con varios documentos y manuscritos. Entre ellos un documento titulado “Carbodiesel- resultados y conclusiones finales”, firmado por “Profesor Ngdong Gondo – Universidad de Nueva York”.
Karlo Octano enciende el mechero y acerca la llama a los folios del documento que en pocos segundos se convierten en cenizas en la papelera metálica situada al lado de la mesa con el letrero dorado que pone: “No hay castillo lo suficiente fuerte que resista al dinero”.
_______
* Retirada la causa, desaparece el efecto.

Comentarios

siloam ha dicho que…
uff, q impacto, y qué buen relato..
boris bardbury :)
besiños
Boris Matijas ha dicho que…
me alegro mucho que te haya gustado
bicos

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