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¿Próxima parada?

Creo que era en el año 2000. Volvía desde Kosovo de un "bolo". Al terminar el trabajo en las enclavas serbias al sur de la provincia, la periodista con la que trabajaba me llevó hasta la parte serbia de Mitrovica. (la ciudad del norte de Kosovo dividida por el río Ibar en la parte serbia y albanesa) De allí iba a coger un autobús para irme a Belgrado, donde en aquel entonces vivía.
En la estación de autobuses había uno con el cartel que ponía "K. Mitrovica-Subotica" (Subotica es una ciudad situada al norte de Serbia). Pregunté al conductor si pasaba por Belgrado. Me contestó que sí y me vendió el billete.
"Que suerte" pensé, no tenía que esperar mucho y en el autobús había espacio suficiente para estirarme en dos asientos. Estaba muy cansado. Trabajar en Kosovo con cuatro ojos abiertos y siempre en alerta era agotador, y pensé que me iba a sentar bien dormir un rato.
Al cruzar el puesto de control de policia, entre Kosovo y Serbia, me quedé dormido y al abrir los ojos la próxima vez el autobús aparcaba en la estación de autobuses de un pequeño pueblo. En el cartel de la estación ponía Vrnjacka Banja, un pueblo balneario a unos 150 kilómetros al norte de Mitrovica, en Serbia.

- Ultima parada - gritaba el conductor desde su asiento - y todo el mundo se levantó y bajó del autobús.
- ¿¡Qué!? - decía yo alucinado de sueño.
- Es la última parada - me repitió el conductor.
- ¿¡Cómo que la última parada!? Me dijiste que te vas a Belgrado, mira el billete. Ademas aquí pone que te vas a Subotica - le decía yo enfadado y malhumorado, enseñándole el cartel en la ventana del autobús que ponía "K. Mitrovica-Subotica".
- Ahhh, esto - dijo y sin el menor signo de preocupación, quitó el cartel y añadió - Esta es la última parada.
- Pero que coño es esto. Me vendes el billete para Belgrado y de repente te paras en un pueblo perdido y me dices que allí te quedas.
- Pero no ves que todo el mundo ha bajado. ¿Y tu qué crees, que voy a ir hasta Belgrado solamente por ti? - me dijo el hombre con la cara de tener toda la razón del mundo. Debo admitir que su argumento por un momento me desarmó. No me lo podía creer. De todas las respuestas posibles, esta era la última que esperaba oír. Entonces el hombre se dio cuenta que mi humor no estaba para discutir mucho y me dijo:
- Hombre no te pongas así. Todo se arregla. Espera un momento - y se fue a hablar con el conductor de otro autobús que estaba estacionado justo al lado. Unos instantes despues volvió, y me dijo:
- Ya está, te vas a Belgrado con estos - enseñándome el autobús delante.
Resultó ser que el autobús llevaba un grupo de excursionistas que pasaron unos días en el balneario y que iba a Belgrado. Sin preguntar nada me metí en un asiento libre y seguí durmiendo hasta llegar a mi destino.
Me parece que Serbia va ahora mismo en un autobús parecido, en manos de un conductor caprichoso que no se sabe donde va a parar.
Próxima parada: 3 de febrero.

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