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1.0.

Me desperté en el sueño de Don Quijote, un corredor de Bolsa de Nueva York, entregado a su incansable y frenética lucha contra los carteles publicitarios, con la única ayuda de su fiel compañero Sancho, un gran estratega militar retirado siendo el primer general gitano premiado Noble de la Paz, por La Real Academia del Sueño... Los yacimientos de aire fresco están agotándose y los que los explotan prefieren exportarlos a las colonias espaciales, donde esperan encontrar el petróleo, antes que suministrarlo a la Tierra... El Mercado se muere de sobrepeso...El Hombre se despierta sin dejar de soñar..."Sin ti no soy nada", canta Dios...

El sueño es nuestro sexto sentido atrapado entre el Tiempo y Espacio. Es el incansable coleccionador de las experiencias humanas traducidas en un lenguaje liberado de la geometría pitagórica. Para traducirlo la mente ha de partir del conjunto. El sueño no entiende del principio y final. Contrariamente a nuestro Mundo cronometrado allí nada empieza y nada termina. No respeta la geometría de proporciones sino de sensaciones. En el Mundo Despierto la base de la geometría visual es la superficie y no el punto. Pero, no en el Mundo Soñado. La base de la geometría visual onírica es el punto. Es el centro multiplicado en las incalculables repeticiones del futuro presente. Cada vez es la primera y la última a la vez, y el tiempo se mueve entre las fracturas de los espacios infinitos.
El Mundo Despierto está limitado en líneas. El Mundo Soñado es un punto infinito.
¿Qué es una línea sino el punto arrastrado?

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