Cuando se cayó el muro de Berlín yo estaba demasiado preocupado con las explosiones hormonales que mi recién llegada pubertad me provocaba. Y para nada me importaba ese pedazo de muro, miles de kilómetros lejos de mí. En aquellas fechas el único muro que me preocupaba era el del corazón de Tanja, la chica de la que estaba locamente enamorado. Los fallidos intentos de conquistarla no me dejaron otra alternativa que practicar los primeros besos con las chicas menos amuralladas. Y mientras los alemanes de un lado y otro se abrazaban entre los escombros del muro caído, yo descubría que sí que había juegos que se podían hacer con las chicas.
Mientras caía el muro, los lados opuestos, unos por motivos ideológicos otros por los del género, nos entregábamos a aprovechar todo el tiempo perdido por culpa de la ignorancia.
Vivíamos en la sombra del muro. Su caída trajo una nueva luz de nuevos tiempos. Pero había demasiada oscuridad. La luz era demasiado intensa y cegó los espíritus adormecidos por décadas de los cuentos utópicos. Bajaron la vista y se dejaron llevar en columnas por los mismos asesinos que les contaban los cuentos utópicos. Tenían chaquetas diferentes y las mismas ganas de matar. En vez de seguir la luz de los tiempos nuevos se dejaron llevar por la niebla nacionalista medieval.
La semana pasada estuve por primera vez en Berlín. Es una ciudad que supo aprender de su pasado. Mi(s) país(es) todavía no.
Mientras caía el muro, los lados opuestos, unos por motivos ideológicos otros por los del género, nos entregábamos a aprovechar todo el tiempo perdido por culpa de la ignorancia.
Vivíamos en la sombra del muro. Su caída trajo una nueva luz de nuevos tiempos. Pero había demasiada oscuridad. La luz era demasiado intensa y cegó los espíritus adormecidos por décadas de los cuentos utópicos. Bajaron la vista y se dejaron llevar en columnas por los mismos asesinos que les contaban los cuentos utópicos. Tenían chaquetas diferentes y las mismas ganas de matar. En vez de seguir la luz de los tiempos nuevos se dejaron llevar por la niebla nacionalista medieval.
La semana pasada estuve por primera vez en Berlín. Es una ciudad que supo aprender de su pasado. Mi(s) país(es) todavía no.
Comentarios
Parece que estuvieses describiendo a mi país Venezuela, que tristes son los nacionalismos mal llevados.
un abrazo
People learn, not the countries. Yet sadly enough, oftentimes decades or even -- the entire human life -- is needed for a person to realize -- leardership is chosen, not given.
So learning is individual and highly personal and it's often said that people deserve the leardership they have.
And so do the walls come and go -- it's what happens inside and between the people, not between the people and the wall(s).
Un abrazo
luego me contaron, amigos que aún viven allí que no fué tan facil vivir sin muro, eran vidas tan distintas...
tu país, se consideraba, desde aquí, el menos este, de los países del este...y ya ves.
y por cierto, si no estuvieses embrujado por las hormonas en la pubertad, sería "un bicho raro".
ya veo que subes fotos; te dejo un enlace al fotolog:
http://www.fotolog.com/forcas/21162753
mientras no revivo duermevela....pero esto es mejor, los fotologs, a veces son egologs, aunque incluso en eso hay partes simpáticas.
besos!!!
siloam
fue erich fromm quien dijo que hay dos tipos de soledad: la física y la moral. lo justificaba diciendo que un preso a pesar de estar solo en su celda puede tener vínculos fuertes fuera de estos muros que le acompañan y le hacen fuerte. la soledad moral es mucho más complicada, es la incomprensión. creo que la culpa la tienen todas estas autopistas de información y byts que nos priven de comunicarnos con los que tenemos al lado... en el piso de al lado, en la calle, en el bar, en el parque,....
un abrazo
PD. todos nos hacemos viejos, lo bueno es hacerlo creciendo :)