Era un día gris y pasivo, igual que el resto del pueblo donde nació Mila.
Era la época de una gran abundancia de Nada.
Antes de la crisis.
Eran tiempos difíciles para la familia Gros.
Señor Gros, manipulador de la montaña rusa, y señora Gros, administradora de estadísticas, no tenían otros hijos.
Señora Gros solía decir “La cuerda sin nudos, es como la vida sin problemas”. Y, que “los números lo saben todo”.
Señor Gros solía decir “¿El fútbol es así?”, y que “Por todo lo que escucho es mejor no tener vista”.
Eran los únicos ciegos en el pueblo y creían que a sus vecinos les importaba Algo.
Sus vecinos se saludaban con: “Es difícil”, o con un simple: “¡Que difícil!” entre amigos.
Todos querían ser Alguien, y andaban con sus catavientos, siguiendo la luz de los sueños catódicos.
Mila soñaba sueños propios.
Crecía.
Y no quería ser Alguien.
Sabía que a Alguien solamente le importaba que Nada nunca se termine.
“Las cosas que no están nunca desaparecen”, pensó Mila en voz alta y, antes de marcharse, dijo a sus padres: “Aquí no hay Nada para mí”.
Y, desde aquel día, nadie jamás ha vuelto a verla.
Se reunieron los que sabían tomar decisión, y decidieron decidir democráticamente que “M.G. no existe”.
Era un día gris y pasivo, igual que el resto del pueblo donde nació Mila Gros.
Era la época de una gran abundancia de Nada.
Antes de la crisis.
Eran tiempos difíciles para la familia Gros.
Señor Gros, manipulador de la montaña rusa, y señora Gros, administradora de estadísticas, no tenían otros hijos.
Señora Gros solía decir “La cuerda sin nudos, es como la vida sin problemas”. Y, que “los números lo saben todo”.
Señor Gros solía decir “¿El fútbol es así?”, y que “Por todo lo que escucho es mejor no tener vista”.
Eran los únicos ciegos en el pueblo y creían que a sus vecinos les importaba Algo.
Sus vecinos se saludaban con: “Es difícil”, o con un simple: “¡Que difícil!” entre amigos.
Todos querían ser Alguien, y andaban con sus catavientos, siguiendo la luz de los sueños catódicos.
Mila soñaba sueños propios.
Crecía.
Y no quería ser Alguien.
Sabía que a Alguien solamente le importaba que Nada nunca se termine.
“Las cosas que no están nunca desaparecen”, pensó Mila en voz alta y, antes de marcharse, dijo a sus padres: “Aquí no hay Nada para mí”.
Y, desde aquel día, nadie jamás ha vuelto a verla.
Se reunieron los que sabían tomar decisión, y decidieron decidir democráticamente que “M.G. no existe”.
Era un día gris y pasivo, igual que el resto del pueblo donde nació Mila Gros.
Comentarios
Saludos, que vagi bé!
La mala reputación
En mi pueblo sin pretensión
Tengo mala reputación,
Haga lo que haga es igual
Todo lo consideran mal,
Yo no pienso pues hacer ningún daño
Queriendo vivir fuera del rebaño;
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Todos todos me miran mal
Salvo los ciegos es natural, ..
George Brassens
es muy bonito!!
para ver MilaGros la vista no es lo imprescindible
un abrazo