Estaba en un bar cerca de mi casa con un amigo cuando me llamó Xavi desde el aeropuerto de Londres para decirme:
- “Boris, ¿has oído la noticia de última hora? ¡Milosevic ha muerto!”, me dijo todo emocionado.
Imaginaba que la noticia de su muerte no me iba a dejar tan indiferente. Ha muerto quedándose en deuda conmigo y con toda una generación, la de los que vivimos la adolescencia rodeados de la violencia de la cual Milosevic, Tudjman e Izetbegovic fueron los principales promotores.
Mi indiferencia quizá se deba a que su muerte representa el último golpe con estaca en el corazón del vampiro agonizante que durante la última década chupó tanta sangre de mis tierras. Tudjman e Izetbegovic, los dos fieles sirvientes de la bestia, murieron hace unos años dejando a Milosevic, su compañero de trabajo, a solas con la historia y la justicia.
Con la historia tuvo un romance cuya perversión es un buen caldo de cultivo para los nacionalistas que están creando un nuevo mito haciendo de él un mártir. La justicia la dejó viuda con muchos huérfanos, más pendientes del pasado que del futuro. Y yo solo espero no estar en su testamento.
- “Boris, ¿has oído la noticia de última hora? ¡Milosevic ha muerto!”, me dijo todo emocionado.
Imaginaba que la noticia de su muerte no me iba a dejar tan indiferente. Ha muerto quedándose en deuda conmigo y con toda una generación, la de los que vivimos la adolescencia rodeados de la violencia de la cual Milosevic, Tudjman e Izetbegovic fueron los principales promotores.
Mi indiferencia quizá se deba a que su muerte representa el último golpe con estaca en el corazón del vampiro agonizante que durante la última década chupó tanta sangre de mis tierras. Tudjman e Izetbegovic, los dos fieles sirvientes de la bestia, murieron hace unos años dejando a Milosevic, su compañero de trabajo, a solas con la historia y la justicia.
Con la historia tuvo un romance cuya perversión es un buen caldo de cultivo para los nacionalistas que están creando un nuevo mito haciendo de él un mártir. La justicia la dejó viuda con muchos huérfanos, más pendientes del pasado que del futuro. Y yo solo espero no estar en su testamento.
Comentarios