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Desplazados

Hace unos días conocí a una chica marroquí que lleva más de quince años en España y ahora mismo está en el octavo mes de embarazo. Le pregunté si era niño o niña.
- Es niño –me contestó–. Se va a llamar Alejandro.
- ¡¿Alejandro?! –me sorprendí al oír que el niño llevará un nombre muy español y consciente del prejuicio le pregunté-. ¿El padre es marroquí?
- ¡No, qué va! Es de aquí –me contestó la madre de Alejandro–. No me gustan los marroquíes. Son muy machistas. Y aunque algunos parecen ser abiertos, liberales y todo eso, en la cabeza siguen igual que siempre.

El origen y la cultura condicionan muchísimo la asimilación en el extranjero y muchas veces llevan a extremos. En este mundo, cada vez más polarizado, sorprende oír un poco de autocrítica, porque quienes las ejercen se alejan aún más de su comunidad.

Por otra parte, siendo lo que somos por haber nacido donde nacimos siempre seremos vistos como extranjeros. “¿Y qué?” Nada. Tal como dijo Kristina, mi amiga lituana: "Hace tanto tiempo que soy extranjera que realmente no me siento de otra forma”.

Ser extranjero es un sello de identidad mucho más auténtico que cualquier sello heredado.

Comentarios

Asturcon ha dicho que…
Ser extranjero es el unico sello de identidad en el que todo el mundo esta de acuerdo en reconocer, el que lo lleva y el que lo pone.

Me gustaria vivir en un pais de extranjeros, en un pais donde todos fueramos extranjeros. Tal vez seria la forma de sentirme en casa y parte de algo.

Un saludo.

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