Se acerca el fin de año. Es la hora de cerrar las cuentas y me salen números en rojo. El problema no son los números, sino cómo los voy sumando. Estoy pasando un momento personal en el que las cosas malas me tapan la vista y me ciegan ante las perspectivas. No estoy en una buena racha. Pero ya tengo bastante experiencia con las malas rachas y sé que no duran para siempre, así que respiro hondo disfrutando del camino: un grupo de músicos gitanos tocando “Summertime” en estilo libre… un graffiti de dos niñas rumanas en color azul...el paso de la sombra a las caricias del sol de invierno…el frescor de las mandarinas…natación…paseos en compañía de gente buena…buenos amigos...mi sobrina de un año pronunciando mi nombre…el mar...la risa de Chetri… cine… letras… notas… fotos… miradas… sonrisas… sentidos… arte… vida…
Me parece que he pillado el truco: Cuando llega la mala racha no hay que irse con ella, sino dejar que se vaya y disfrutar de lo bueno de siempre.
PD. Mi amigo Nacho me recordó algo que había escrito hace un par de meses. Lo he vuelto a leer y lo vuelvo a publicar:
Dos hostias
Escondidos en una trinchera oíamos las detonaciones cada vez más cerca. El miedo se había apoderado de todos nosotros y lo único que nos distinguía era la manera en que cada uno lo manifestaba. Un compañero que estaba a mi lado tuvo un ataque de pánico y empezó a gritar incontroladamente. Sin pensar le cogí por los hombros y le pegué dos hostias pidiéndole que se calmara y dejara de gritar. En seguida se calmó y me dio las gracias.
Han pasado diez años desde aquel episodio y desde entonces mi vida ha ido tomando, poquito a poco, un rumbo más tranquilo y mis experiencias se han hecho cada vez más plácidas.
Ahora, cuando desde esta distancia me observo a mí mismo en situaciones como, por ejemplo, cuando el ordenador se me ha estropeado o he perdido el móvil, cuando falla alguna cosa burocrática o no se me cumple algún plan previsto, y eso me vuelve loco, histérico e insoportable, veo cuánto he cambiado y siento que me irían bien un par de hostias.
Me parece que he pillado el truco: Cuando llega la mala racha no hay que irse con ella, sino dejar que se vaya y disfrutar de lo bueno de siempre.
PD. Mi amigo Nacho me recordó algo que había escrito hace un par de meses. Lo he vuelto a leer y lo vuelvo a publicar:
Dos hostias
Escondidos en una trinchera oíamos las detonaciones cada vez más cerca. El miedo se había apoderado de todos nosotros y lo único que nos distinguía era la manera en que cada uno lo manifestaba. Un compañero que estaba a mi lado tuvo un ataque de pánico y empezó a gritar incontroladamente. Sin pensar le cogí por los hombros y le pegué dos hostias pidiéndole que se calmara y dejara de gritar. En seguida se calmó y me dio las gracias.
Han pasado diez años desde aquel episodio y desde entonces mi vida ha ido tomando, poquito a poco, un rumbo más tranquilo y mis experiencias se han hecho cada vez más plácidas.
Ahora, cuando desde esta distancia me observo a mí mismo en situaciones como, por ejemplo, cuando el ordenador se me ha estropeado o he perdido el móvil, cuando falla alguna cosa burocrática o no se me cumple algún plan previsto, y eso me vuelve loco, histérico e insoportable, veo cuánto he cambiado y siento que me irían bien un par de hostias.
Comentarios
Como dicen por tu tierra, si es que uno tiene tierra ( a mi me parece que no!), mejor dicho donde naciste .... HVALA!
siempre es bonito saber que hay compañeros a los que les interesa lo que esribo
un abrazo
Me encanta tu blog y te sigo casi todos los días, un saludo desde Soria, Mercedes.
Suerte y un saludo.
Por cierto, Feliz Solsticio
Un Beijo.
:)
felices días