El quinto día de los disturbios en Francia llamé a mi amiga Sabine, quien vive en París. Nos conocimos en 1999 cuando yo trabajaba como guía y traductor (“fixer”) para diferentes medios de comunicación extranjeros en Kosovo. Ella es editora de France 2, la cadena estatal francesa, y en los últimos treinta años ha cubierto todos los conflictos bélicos mencionados por los medios de comunicación del mundo occidental. Durante los tres años que pasamos trabajando juntos, el tema siempre fue mi país o, mejor dicho, mi ex país, Yugoslavia.
En aquella época también informábamos sobre disturbios y estábamos inmersos en ellos: coches y casas quemados, gases lacrimógenos, disparos, explosiones, toques de queda, venganzas étnicas que reivindicaban justicia… Era nuestro trabajo. Era mi país.
- ¡Hola!, ¡¡¿qué tal?!! ¿Dónde estás? ¿¡Cómo estás!? –en cuanto contestó mi llamada empecé a bombardearla con mis preguntas seguidas.
- Acabo de volver de Irak y me encuentro con que mi país parece estar peor. ¡¿Qué quieres que te diga?! –dijo sonriendo.
- Nada – le contesté y seguimos hablando de la vida, los amigos y los amores.
Son curiosas las vueltas que da la vida. Espero que pronto se acaben las noticias, aunque esto suponga que mi amiga y muchos otros se queden en el paro.
En aquella época también informábamos sobre disturbios y estábamos inmersos en ellos: coches y casas quemados, gases lacrimógenos, disparos, explosiones, toques de queda, venganzas étnicas que reivindicaban justicia… Era nuestro trabajo. Era mi país.
- ¡Hola!, ¡¡¿qué tal?!! ¿Dónde estás? ¿¡Cómo estás!? –en cuanto contestó mi llamada empecé a bombardearla con mis preguntas seguidas.
- Acabo de volver de Irak y me encuentro con que mi país parece estar peor. ¡¿Qué quieres que te diga?! –dijo sonriendo.
- Nada – le contesté y seguimos hablando de la vida, los amigos y los amores.
Son curiosas las vueltas que da la vida. Espero que pronto se acaben las noticias, aunque esto suponga que mi amiga y muchos otros se queden en el paro.
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