“Cientos de millones de personas se mueven, a veces conflictivamente a partir de identidades colectivas construidas a través de la historia”, escribió Manel Castells en el artículo titulado “La importancia de la identidad” de La Vanguardia de ayer. Con la Revolución Francesa, París se convirtió en el faro de la sociedad moderna, en la ciudad modelo tal como antes lo fueron Atenas y Roma. En este sentido, París es el punto de encuentro de la identidad colectiva del mundo occidental.
Esta gran ciudad ha sido el escenario de las revoluciones que han creado las pautas para los futuros siglos de la humanidad. Las frases que nacieron en sus calles marcaron el curso de la lucha social. Tanto “Libertad, igualdad y fraternidad” como “Seamos realistas, pidamos lo imposible” se convirtieron en lemas que movilizaron grandes masas por toda Europa. Hoy las calles de París son de nuevo el escenario de violentos enfrentamientos, pero esta vez no se escuchan frases trascendentales.
¿Puede ser que haya violencia organizada sin ningún ideal detrás?
¿Es posible que los chavales que salen cada noche a quemar coches no quieran nada más que provocar el caos? ¿Es posible que el único objetivo de su rebelión sea la pura violencia? Detrás de cada revolución hay un deseo de ascenso social y no se puede olvidar que esos chavales encapuchados son franceses. “¡Quiero vivir como tú!” es el motivo de cada revolución.
“En Francia no hay modelos de referencia para los jóvenes de origen inmigrante. Prácticamente no hay presentadores árabes o de raza negra en las cadenas de televisión y tampoco diputados en la Asamblea Nacional”, escribe J.M. Martí Font en el artículo titulado Francia fracasa en su política de integración, en El País de hoy.
En el mismo artículo cita a Sadek, un profesor de secundaría de un barrio de Bobigny, quien dice: “Quienes salen cada noche a quemar coches pertenecen a la tercera generación, la que tiene entre 13 y 18 años que en muchos de estos barrios representa hasta el 15%. Son chavales que nunca han visto a sus padres trabajar, que no han conocido más vida que la del paro y la delincuencia, que carecen de modelos de cada tipo,… No se sienten franceses ni tampoco tienen nada que ver con el mundo de sus abuelos ni de sus padres”.
La pobreza genera la crisis, pero ¿quién controla la riqueza?
¿Escucharemos la voz de esos chavales? ¿O el voto vale sólo en el día las elecciones? Creo que todos tienen que estar muy atentos porque la historia se repite y París ya ha creado unos cuantos modelos históricos.
Si Dios no existiera, habría que inventarlo, dijo Voltaire.
Si París no existiera, habría que inventarlo, repite la Historia.
Esta gran ciudad ha sido el escenario de las revoluciones que han creado las pautas para los futuros siglos de la humanidad. Las frases que nacieron en sus calles marcaron el curso de la lucha social. Tanto “Libertad, igualdad y fraternidad” como “Seamos realistas, pidamos lo imposible” se convirtieron en lemas que movilizaron grandes masas por toda Europa. Hoy las calles de París son de nuevo el escenario de violentos enfrentamientos, pero esta vez no se escuchan frases trascendentales.
¿Puede ser que haya violencia organizada sin ningún ideal detrás?
¿Es posible que los chavales que salen cada noche a quemar coches no quieran nada más que provocar el caos? ¿Es posible que el único objetivo de su rebelión sea la pura violencia? Detrás de cada revolución hay un deseo de ascenso social y no se puede olvidar que esos chavales encapuchados son franceses. “¡Quiero vivir como tú!” es el motivo de cada revolución.
“En Francia no hay modelos de referencia para los jóvenes de origen inmigrante. Prácticamente no hay presentadores árabes o de raza negra en las cadenas de televisión y tampoco diputados en la Asamblea Nacional”, escribe J.M. Martí Font en el artículo titulado Francia fracasa en su política de integración, en El País de hoy.
En el mismo artículo cita a Sadek, un profesor de secundaría de un barrio de Bobigny, quien dice: “Quienes salen cada noche a quemar coches pertenecen a la tercera generación, la que tiene entre 13 y 18 años que en muchos de estos barrios representa hasta el 15%. Son chavales que nunca han visto a sus padres trabajar, que no han conocido más vida que la del paro y la delincuencia, que carecen de modelos de cada tipo,… No se sienten franceses ni tampoco tienen nada que ver con el mundo de sus abuelos ni de sus padres”.
La pobreza genera la crisis, pero ¿quién controla la riqueza?
¿Escucharemos la voz de esos chavales? ¿O el voto vale sólo en el día las elecciones? Creo que todos tienen que estar muy atentos porque la historia se repite y París ya ha creado unos cuantos modelos históricos.
Si Dios no existiera, habría que inventarlo, dijo Voltaire.
Si París no existiera, habría que inventarlo, repite la Historia.
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