Si tuviera que escoger una entre todas las frases dichas acerca de la iniciativa del nuevo Estatuto de Catalunya, sin duda escogería la que le dijo el Rey al presidente del parlamento catalán, Ernest Benach, hace algún tiempo: “Hablando se entiende la gente.”
La frase me recuerda una conversación entre dos de mis compañeros de trabajo para mostrar cómo se interpretan en la calle las palabras del Rey. B., chica catalana, y V., chico bosnio-croata, hablaron un día sobre el catalán del siguiente modo:
- Por los años que llevas aquí, tú ya deberías haber aprendido A hablar el catalán –le dijo B. a V.
- ¡Qué dices! Pero si yo lo hablo – contestó V.
- Anda que sí.
- Que sí, tía –insistía el bosnio–. El otro día en el tren una mujer que estaba a mi lado me preguntó si el tren paraba en el Prat. ¡En catalán! –le explicó enfatizando la última frase.
- Vaya –dijo B-. ¿Y tú, que le dijiste?
- Que sí.
- ¡Dijiste “sí” en catalán! –acabó B. partiéndose de risa.
Un factor importante a la hora de determinar la riqueza personal de un individuo es el número de idiomas que habla.
Catalunya es un país rico.
Diario de un emigrante balcánico en la Península Ibérica
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