Si tuviera que escoger una entre todas las frases dichas acerca de la iniciativa del nuevo Estatuto de Catalunya, sin duda escogería la que le dijo el Rey al presidente del parlamento catalán, Ernest Benach, hace algún tiempo: “Hablando se entiende la gente.”
La frase me recuerda una conversación entre dos de mis compañeros de trabajo para mostrar cómo se interpretan en la calle las palabras del Rey. B., chica catalana, y V., chico bosnio-croata, hablaron un día sobre el catalán del siguiente modo:
- Por los años que llevas aquí, tú ya deberías haber aprendido A hablar el catalán –le dijo B. a V.
- ¡Qué dices! Pero si yo lo hablo – contestó V.
- Anda que sí.
- Que sí, tía –insistía el bosnio–. El otro día en el tren una mujer que estaba a mi lado me preguntó si el tren paraba en el Prat. ¡En catalán! –le explicó enfatizando la última frase.
- Vaya –dijo B-. ¿Y tú, que le dijiste?
- Que sí.
- ¡Dijiste “sí” en catalán! –acabó B. partiéndose de risa.
Un factor importante a la hora de determinar la riqueza personal de un individuo es el número de idiomas que habla.
Catalunya es un país rico.
Me hizo mucha ilusión recibir la foto que acompaña este post. Me la enviaron de la Plataforma Editorial y muestra Cuenta siempre contigo , mi libro, destacado en la librería de la estación de Sants en Barcelona. Es allí donde bajé del tren a finales de abril de 2002 y donde empezó la bonita aventura que fueron los años vividos en España. Fue en Barcelona donde empecé a poner en orden mis recuerdos y buscar sentido a lo sucedido. En fin, es donde me convertí en el editor de mi propia vida. Donde empecé a contar conmigo. El nombre de la estación. “Sants” me daba buenas vibraciones. ¿Qué mejor que los santos para saludar y darle la bienvenida a un viajero cansado que se había cruzado media Europa? Aquella noche, al llegar a Sants, tenía una maleta, algo menos de mil euros y un Sí, el poema de Rudyard Kipling escrito en un papel. Me lo había dejado anotado Tanja, mi Preciosa Bruja de Dorćol. Con este himno estoico empezó mis odiseas ibéricas. Me lo dejó escrito en u...
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