El puente de Mostar, llamado Puente Viejo, fue reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Lo levantaron en el siglo XVI y su construcción duró nueve años. Su destrucción, solo un segundo.
La ciudad de Mostar era el modelo y el orgullo de la convivencia de la antigua Yugoslavia. La guerra civil lo cambió todo. Y para siempre. El puente de Mostar unía los dos bandos del río y a la vez las dos culturas que convivían en él. El lado izquierdo del Neretva estaba poblado mayoritariamente por bosnios y en la margen derecha la mayoría de población era croata.
En 1993, en plena guerra entre bosnios y croatas, Slobodan Praljak, general del ejército croata y antiguo director de cine, dio la orden para que el puente fuese destruido. Todo el mundo vio cómo un misil lo hizo pedazos y cómo cuatro siglos de la historia común desaparecían en las aguas del río delante de cámaras de todo el mundo.
Anteriormente, el general Praljak había dirigido espectáculos, pero su escaso talento no conseguía atraer al público. Con la destrucción de una obra de arte única en la historia de la arquitectura logró, por fin, la tan deseada atención del público, la cual interpretó como una señal de respeto. Los casos de frustraciones parecidas son numerosos. Por nombrar algunos, citaré un par de nombres de artistas no realizados de la historia: Nerón, poeta romano; Adolf Hitler, pintor austriaco; Francisco Franco, guionista de cine español.
El general Praljak mereció su puesto en la historia y una celda en el Tribunal Internacional de Haya. También se le recordará por su cinismo supremo cuando defendió su acción del siguiente modo: “Construiremos uno más bonito y más antiguo.”
Diez años más tarde, gracias a la ayuda internacional el puente ha sido reconstruido. Los expertos han tardado en unir los dos bandos del río casi el mismo tiempo que el que se tardó en construirlo ya que han rescatado las piedras originales del río.
Así son mis tierras, guardamos piedras para las futuras ruinas.
Comentarios
Aunque algunos de los que cuelgan en internet son poco fiables. En el cv de Manuel Fraga que hay en la página del PP se han "dejado" casi cuatro décadas... Fácil imaginar cuales.
La curiosa biografía de Fraga en: http://www.pp.es/PP/esp/curriculum.asp?id=11
PEDRAG MATVEJEVIC
"Tengo 73 años. Tuve que huir de mi país, Croacia, en el 91 por oponerme al nacionalismo fascista, por eso hoy enseño filosofía en la Sorbona. Mi padre era ortodoxo y mi madre católica y yo soy un agnóstico que teme el horror de la violencia religiosa. Yo acuso hoy al Patriarca ortodoxo y al Papa romano de no haber hecho todo lo que podían por detener la matanza de los Balcanes"
LLUÍS AMIGUET - 09/10/2005
–¿Cree usted que España se balcaniza, como apuntan algunos?
–Tal vez sea descabellado comparar los Balcanes con España, pero le puedo explicar por qué y cómo empezó la última guerra de los Balcanes y usted busque paralelismos.
–Adelante.
–Para empezar, debería dejar claro que el nacionalismo en sí no conlleva siempre ambición territorial y el ejemplo está aquí en Catalunya, donde existe un nacionalismo pacífico que no reclama derechos más que sobre su propio territorio. El nacionalismo es una energía colectiva que tanto puede utilizarse para el progreso y la convivencia como puede emplearse para fomentar una guerra civil.
(...)
–¿Cuándo se convierte la diferencia en violencia genocida?
–Yo no creo en Huntington y su choque de civilizaciones: no son las culturas las que se enfrentan, sino las ideologías. Los pueblos no guerrean, son los ideólogos los que les empujan a las armas. Y en los Balcanes, tras Tito, teníamos un mosaico de nacionalismos, pero fueron las religiones y sus divisiones étnicas, jaleadas por los políticos mediocres, los que empujaron al odio.
(...)
–El Papa era un incuestionable defensor de la paz.
–Pero el Vaticano hizo más política que un enérgico rechazo de los violentos. ¡Ojalá se hubieran acercado el Papa y el Patriarca a la línea de choque y se hubieran dado un enorme abrazo ellos y con los musulmanes de Bosnia! En el caso del Patriarca ortodoxo fue una dejación imperdonable. Y ahí tiene una diferencia con la España de hoy, que ya por eso no puede definirse como balcanizada: la religión ha dejado de dividir a España. Recuerdo que, en su guerra civil, católicos y ateos se enfrentaron a muerte.
(...) Esa crueldad, todavía los pueblos balcánicos no la hemos podido extirpar de nuestro inconsciente colectivo y es una pesadilla que retornó en Bukovar o en Sarajevo o Mostar, mi pueblo, pero sobre todo en el genocidio horrendo de Sbrenica: 8.000 asesinatos de bosnios musulmanes a sangre fría que un general francés, Janvier, pudo haber evitado. Recuerde su nombre y recuerde la división holandesa que a dos kilómetros supo de la masacre y siguió de brazos cruzados.
–Hubo europeos que se movilizaron.
–Cierto, y uno de ellos fue su president, Maragall. Estuvo conmigo en Sarajevo toda una noche hablando por radio con los resistentes para que no se durmieran. Yo traducía al bosnio sus palabras.
–Al final Sarajevo resistió.
–Pero las heridas aún no han cicatrizado y creo que esa es otra característica que distingue a España de los balcánicos, y es que ustedes han conseguido mirar hacia delante.