Finalmente, llegó el día en que el Gobierno español me entregó mi permiso de trabajo de verdad, nada de resguardos. Plastificado y con mi foto al lado. La verdad es que me sentía emocionado mientras iba a recogerlo. Para mí era como recibir un diploma por todos mis esfuerzos y buen comportamiento.
Entré en la comisaría en ese estado de euforia. Había bastante gente en la sala, pero los únicos que no hablaban ningún dialecto de origen chino éramos el poli de la puerta, la señora que debía darme el carné y yo.
- Aquí está. ¿Puede usted comprobar, por favor, que todos los datos son correctos?, me preguntó la señora.
Cogí la tarjeta y todo embelesado me puse a leer las palabras impresas en ella. Mi nombre, mi fecha de nacimiento, lugar de nacimiento, todo bien, RESIDENCIA Y TRABAJO, muy bien... Mi foto, cara de tonto... Bueno, bien, es lo que hay... ¡Espera! ¿Y esto qué es? Encima de la foto había un toro. ¡Sí, un toro!
- Todo correcto. Menos un detalle -estuve a punto de decirle a la señora-. Resulta que mi horóscopo es Aries y no Tauro.
No lo hice. Ya conocía la falta de sentido del humor de la administración española y no me pareció buena idea.
- “Está todo bien”, pronuncié al fin y salí de la comisaría flipando con mi toro.
Por el camino no pude dejar de pensar que acababa de ser legalizado en un país de locos. Una cabra, entrenada y seria, desfila el Día Nacional junto a los soldados. En Barcelona los coches llevan pegatinas de burros y a mí me ponen un toro en mi tarjeta de residencia. ¿Y ahora qué hago yo en esta granja? Entre el toro, el burro y la cabra no sé dónde meterme. ¡Y yo que pensaba que con el permiso todo sería más fácil! Tendría que haberle dicho algo a aquella buena mujer.
Y ahora que lo pienso... Tal vez todo sea más sencillo y simplemente ese animalillo quiere decir que, después de tantos esfuerzos para conseguirlo, estoy hecho un toro. Aunque la verdad es que faltaba poco para que acabase como una cabra.
Entré en la comisaría en ese estado de euforia. Había bastante gente en la sala, pero los únicos que no hablaban ningún dialecto de origen chino éramos el poli de la puerta, la señora que debía darme el carné y yo.
- Aquí está. ¿Puede usted comprobar, por favor, que todos los datos son correctos?, me preguntó la señora.
Cogí la tarjeta y todo embelesado me puse a leer las palabras impresas en ella. Mi nombre, mi fecha de nacimiento, lugar de nacimiento, todo bien, RESIDENCIA Y TRABAJO, muy bien... Mi foto, cara de tonto... Bueno, bien, es lo que hay... ¡Espera! ¿Y esto qué es? Encima de la foto había un toro. ¡Sí, un toro!
- Todo correcto. Menos un detalle -estuve a punto de decirle a la señora-. Resulta que mi horóscopo es Aries y no Tauro.
No lo hice. Ya conocía la falta de sentido del humor de la administración española y no me pareció buena idea.
- “Está todo bien”, pronuncié al fin y salí de la comisaría flipando con mi toro.
Por el camino no pude dejar de pensar que acababa de ser legalizado en un país de locos. Una cabra, entrenada y seria, desfila el Día Nacional junto a los soldados. En Barcelona los coches llevan pegatinas de burros y a mí me ponen un toro en mi tarjeta de residencia. ¿Y ahora qué hago yo en esta granja? Entre el toro, el burro y la cabra no sé dónde meterme. ¡Y yo que pensaba que con el permiso todo sería más fácil! Tendría que haberle dicho algo a aquella buena mujer.
Y ahora que lo pienso... Tal vez todo sea más sencillo y simplemente ese animalillo quiere decir que, después de tantos esfuerzos para conseguirlo, estoy hecho un toro. Aunque la verdad es que faltaba poco para que acabase como una cabra.
Comentarios
Un saludo
En mi tarjeta de residente de los USA me han estampado una estatua de la libertad... y la verdad es que no me siento mas libre que en España, casi al contrario.
Te sientes tu como un toro???
Un saludo.
pero despuès del tute burocratico me sentí más como un burro que como un toro
ahora ya puedo identificarme mejor con el resto de la fauna que me rodea :)
un abrazo