La mayoría de los emigrantes con estudios tenemos dos tipos de curriculum. Uno es el normal, en el que dice que somos licenciados universitarios. El otro es un curriculum sencillo para conseguir trabajo “hasta que salga otra cosa mejor”. En este último informamos sobre nuestra experiencia en el campo de la hostelería y esas otras faenas que ocupan la mayoría de ofertas en las páginas de trabajo.
Los nuestros son los trabajos que se anuncian en letra pequeña. Los que tienen letra grande y están recuadrados ni siquiera los miramos. Son para gente con papeles.
- “Como tradicionalmente los catalanes no han tenido tantos bares como el resto de españoles no han podido desarrollar el sentido de “dejar propina”, me dijo mi amigo lituano una noche mientras tomábamos una copa.
Audrius había llegado a esta conclusión después de trabajar en un restaurante de la Rambla al cual acuden en general los ricos snobs de clase media alta que van al Liceo. Nunca le dejaban propia.
- “Todo lo más, de una cuenta de 70 euros me “regalan” 30 céntimos”, se lamentaba.
Este descubrimiento no es nada fácil par alguien que dice sentirse catalán y que habla este idioma mejor que el castellano. Pero Audrius es un chaval fuerte y afrontó la realidad con la valentía y serenidad necesarias, allí en aquel pub de luz oscura. El momento fue dramático, recordaba a esos grandes personajes históricos que hacen grandes declaraciones, cuando con su cara nos explicaba que aquellos catalanes no representaban la Cataluña que él amaba. Por eso estaba decidido a luchar porque los catalanes cambiasen.
Para empezar, después de nuestra conversación decidió que cada vez que le dejase una propina miserable diría: "Disculpe, se está olvidando esto".
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