- ¿Te gusta el fútbol? – me preguntaron el otro día antes del comienzo del gran derby.
- Sí, mucho –contesté, porque realmente me encanta.
- ¿Eres del Barça o del Madrid?
- ¿Y eso qué tiene que ver con el fútbol? –pregunté.
Siempre me costó acostumbrarme a tener que aceptar que el mundo se establece de forma que existe un NOSOTROS y un ELLOS. Incluso me siento muy raro a la hora de tener que contestar a una pregunta tan sencilla como: ¿De dónde eres?
Contesto, por defecto, que soy de Croacia. Allí es donde nací y donde viví toda mi infancia. Pero luego, si me preguntan ¿qué tal Croacia? tengo que decir que no tengo ni idea porque ya hace más de 15 años que no vivo allí. En la película “Tierra de abundancia” un protagonista al ser preguntado de dónde es contestó: “Mi país no es un lugar, es la gente”. Igual que él, yo me siento de todas y de ninguna parte y el modo en que me siento depende de la gente que me rodea.
Veo que para poder identificarse y querer a su equipo algunos van más que apoyar al Madrid están contra el Barça y al revés. Mientras veía el derby intentaba disfrutar del fútbol pero me interrumpían los gritos de “los nosotros” contra “los ellos”. Yo me estaba divirtiendo con la idea que me rondaba por la cabeza, imaginando que después de una falta contra Beckham, en vez de entrar los médicos, aparecerían en el terreno de juego su estilista y su peluquero personal para arreglarle el “million dollar look”. Pero no pude reírme cuando vi las caras serias de “los nosotros” concentradas en el enemigo y todo lo que “los ellos” representaban en su inconsciente colectivo.
Entiendo que la gente necesita sentirse identificada con algo y basta que este algo sea en plural. Ser de allí en vez de allá ya es suficiente para sentirse más grande y poderoso. Y luego ¿cómo vas a saber que tu plural es mejor que el otro plural si no vence o, mejor aún, humilla al plural contrario? Hay varias formas de dividir los plurales (por colores, por costumbres, por vestidos, etc) pero lo que nunca falla es dividir por geografía. Por ejemplo entre el pobre sur y el frío norte.
Pero hay una cosa que me hace pensar si realmente es la geografía la que causa los estigmas y es cómo se debieron sentir los primeros emigrantes europeos, por ejemplo en Argentina al darse cuenta de que el viento frío venía del sur. Los que dejamos “lo nuestro” detrás y abrazamos los fríos del sur no necesitamos los derbis para saber de dónde y quiénes somos. Pero, tal como dijo Javier Marías, “los laicos no podemos hacer nunca cruzadas”.
Comentarios
Un aplauso para esa pluma! =)