Lunes “¡Como odio esta puta canción!” pensaba en voz alta empujando el carrito de compras, mientras el sonido electrónico del último éxito de Miley Cyrus le rompía los tímpanos acompañado del ritmo de las ruedas rebotando sobre las juntas de las baldosas en el suelo. Los lunes por la mañana normalmente había poca gente en el supermercado y había muchos espacios desocupados por los productos que había que reponer. Conocía muy bien el orden de los productos y su separación por categorías. Él lo hubiera hecho diferente. Por ejemplo, ¿qué hacen las pastas junto a la harina? ¡Ey! ¡Ya está hecha! Para qué entonces poner la harina. La pasta hay que ponerla entre el vino tinto y los productos cárnicos, al lado de la pescadería. Y voilá, uno ya tiene el segundo plato. La harina ha de estar entre los huevos, agua, levadura y leche, y uno mismo pueda elegir. Pan, pasta, postre,… ¡es que no puede ser tan difícil! Solamente hay que pensar un poco. Pero no. La gente se agarra a lo...
Diario de un emigrante balcánico en la Península Ibérica