- ¿Qué tal por allí? - No sé. Todo el mundo parece esperar que algo pasara. - Así era cuando yo aún vivía allí. - Pues igual. Salvo que la gente tiene mucha menos paciencia. Todo el mundo anda loco y nervioso. - Y tu ¿qué tal? - Yo bien. Con Lana vamos de paseo al parque y por el río. La tienes que ver montando los patines… Y tú…¿cómo estás? - … un poco harto. - Ya sé que no es fácil. Pero, ni se te ocurra pensar en volver. Tú aquí te volverías loco. Tras tantos años de conocernos, puedo decir con toda la seguridad que Goga es mi mejor amiga. No hay nadie que me conoce tan bien. Y, cuando la preguntan “¿Cómo está Boro? * ” suele contestar con: “En su mundo, como siempre”, acompañándolo con esta sonrisa que asocia a los tiempos y espacios de recuerdos agradables. Muchas veces que hablamos, intento ocultarla mis malestares y problemas, pero ella sabe leer perfectamente lo que ocultan los silencios pausados de nuestras conversaciones telefónicas. Y esto me basta para saber que todo saldrá...
Diario de un emigrante balcánico en la Península Ibérica