- Hola Boris, ¿cómo estás? - - ¡Muy bien! - ¡¿Pero, por qué?! Llevo dos días intentando escribir algo reflexionando sobre esta breve y sorpredente conversación que tuve hace unos días, pero solo al empezar, percibo el riesgo de contaminarme de la polución mental, que contamina el pensamiento colectivo, que espera la devoción absoluta hacía la miseria anímica generada por el miedo… ¡Ahhh, no, no, no!,… ¡hasta aquí señores! No entro al trapo.
Diario de un emigrante balcánico en la Península Ibérica